“Conoce el Señor a los que son suyos” 2 Timoteo 2:19

Jesús se refirió a sus discípulos como “hombres de poca fe”. Sin duda ellos creían en Jesús, pero abrigaban dudas variadas. De la misma manera, muchos que han creído en Cristo, confiando en Él como su único y suficiente Salvador persisten con dudas respecto de su condición de ser salvos o no. A veces están muy seguros y otras veces no tanto.

Si el hombre mira su corazón y sus emociones, con frecuencia se equivocará (Jeremías 17:9). Como veíamos, el apóstol Pedro nos exhorta a buscar la certeza de la salvación, pues hay “muchos” como dijo Jesús, que en el día del juicio serán desconocidos por el mismo Hijo de Dios. Debemos aclarar que estos nunca fueron salvos, así que es de la mayor importancia examinar la fe personal. Ahora, una cosa es la fe y otra la seguridad de “estar en la fe” (2 Corintios 13:5). En cuanto a la fe, se puede tener “poca” (Mateo 14:31) o “mucha” (Mateo 8:10), pero eso no cambia el hecho de que Dios honra su palabra y salva a quien pone su fe en Jesucristo aunque el cristiano sea azotado enseguida por las dudas. La ve verdadera y salvadora cree la palabra de Dios. Además, en contraste con las obras humanas, imperfectas y fallidas, la salvación del pecador es un acto primariamente divino (Salmo 3:8). “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (Juan 6:37). Comprende el creer en Cristo y confiar en lo que Él ha dicho que hará: “El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47), y el Padre no podría dar y luego anular lo que ha dado (Números 23:19) ¿Cómo sería posible?. Además el Dios eterno conoce quién le busca con sinceridad y arrepentimiento (“he aquí, él ora”, Hechos 9:11), conoce a quien ha creído en Él (2 Timoteo 2:19) y atiende sus ruegos (Salmo 65:2). Él tiene misericordia con el necesitado espiritualmente que busca respuestas en el Dios verdadero (Lea Hechos 9:1-30). El cristiano en duda puede encontrar la paz sabiendo que su Dios ha asegurado en su palabra que quien viene a Él no es echado fuera (Juan 6:36). Por lo tanto, la primera vez que el pecador oró a Dios reconociéndose pecador perdido y confió en Cristo como su sustituto que pagó el precio por sus pecados y ahora salva al que cree en Él, Dios sí obró lo que ha dicho. Le hizo pasar de muerte a vida (Juan 5:24) e inscribió su nombre en el libro de la vida (Apocalipsis 21:27). Es salvo por siempre (Juan 11:26), independiente de sus emociones transitorias. Además, como dice el texto del día, el Señor le conoce y eso es motivo de gran seguridad para el corazón vacilante.

En Mateo 13:44-46 leemos acerca de un hombre que encuentra un tesoro escondido en un campo. Le esconde de nuevo y va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. La fe del hombre es ejercida sabiendo que en el campo hay un tesoro que él sabe que está ahí pues le ha visto, y que sin embargo no lo toca con sus manos ahora… y lo compra. Ha comprado el campo y posee el tesoro que hay en él. Lo posee aunque no disfruta en plenitud de él ni el hombre se ha ido a vivir al campo. La compra del campo es figura de la fe y el tesoro en él es figura de la salvación. ¿Está el lector luchando con inseguridad respecto de su salvación? Confíe en la Palabra de Dios, infalible y verdadera para su seguridad y el testimonio interior del Espíritu le confirmará (Romanos 8:16). ¿Aún no ha creído en Cristo recibiéndole como su salvador, quien pagó por sus pecados en la cruz? Entonces cualquier seguridad que pueda sentir es falsa y sin  fundamento. Vaya al Señor Jesús, crea en Él y en su palabra… y será salvo. rc

 

Lectura Diaria:
Levitico 17:1-18:30 [leer]
/Salmos 119:145-176 [leer]
/Marcos 6:30-56 [leer]