El tema intrigante de la meditación es acerca de seis cosas que fueron abiertas. En especial el entendimiento de dos discípulos fue abierto y produjo un profundo cambio en ellos.
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras”. Lucas 24:45.

En el último capítulo del evangelio según Lucas hay seis textos que hacen referencia a algo abierto. El capítulo comienza con la tumba abierta y termina con el cielo abierto. Cuando las mujeres fueron muy de mañana con las especias aromáticas que habían preparado, “hallaron removida la piedra del sepulcro” v.2. ¡La tumba estuvo abierta! Cuarenta días después de resucitado, Jesús sacó a los discípulos fuera de la ciudad hasta Betania, pueblo donde vivía Lázaro y sus dos hermanas. Allí Jesús alzó sus manos y “los bendijo” v.50. Mientras les bendecía, “se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” v.51. Es otra prueba de la divinidad del Señor Jesús. Fue alzado para entrar en el cielo, abierto para recibirle. La gravedad de la tierra no le pudo retener.

Entre estos dos eventos, Jesús entró en un hogar abierto para recibirle. Dos discípulos desanimados abandonaron la reducida compañía de discípulos en Jerusalén cuando recién circulaba el rumor que Jesús había resucitado. Pero Cleopas y quizás su esposa prefirieron irse a casa. Dejaron el calor de la comunión para retornar a su mundo frío sin esperanza. “Iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido” Lucas 24:14. Dejaron que sus dudas les vencieran y su falta de entendimiento produjo una falta de fe. El día de la gloria eterna había llegado, pero no disfrutaban de su luz. Jesús se acercó para caminar y conversar con ellos. Llegando a Emaús, invitaron a Jesús a quedarse con ellos. Allí hubo un hogar abierto, v.29. En el momento de comer, pidieron a Jesús dar gracias y al ver sus manos, “entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista” Lucas 24:31.

La repentina revelación de Jesús hizo volver su fe “y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” v.32. Abrir las Escrituras significa explicar ciertos pasajes del Antiguo Testamento que hablaban proféticamente de Jesús. Seguramente les enseñó como las profecías dichas anteriormente fueron cumplidas en su muerte, sepultura y resurrección. La Palabra de Dios explicada tuvo su efecto en ellos y recuperaron su fe y alegría. Volvieron a sus hermanos en Jerusalén y estaban presentes cuando Jesús llegó a visitar sus discípulos en otra oportunidad. Les mostró sus manos, sus pies, y su costado. Fue una prueba que en realidad Él fue el crucificado que había resucitado. El Señor no hizo una “visita de cortesía” sino se dedicó a enseñarles la verdad; “entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” v.45. Dios quiere que sepamos toda la verdad y desde la tumba abierta, Jesús fue a un hogar que se abrió para recibirle. En la casa los ojos de moradores fueron abiertos para reconocerle y comentaron como él les había abierto las Escrituras. Antes de entrar al cielo abierto, abrió el entendimiento de los suyos a quienes ordenó a esperar la llegada del Espíritu Santo. Abramos nuestros corazones para que el gozo del Cristo resucitado nos anime. –daj

Lectura Diaria:
Deuteronomio 33 [leer]
/Oseas 4-6:3 [leer]
/Lucas 18:15-43 [leer]