Lázaro es la forma griega del nombre hebreo Eliezer; su significado es ‘Dios mi Ayudador’. Dos hombres en el Nuevo Testamento llevan este nombre. A primera vista parece que el nombre no aplica, pero ambos recibieron ayuda de Dios cuando más la necesitaban. Lázaro es representante del pecador muerto.

El caso de Lázaro de Betania es generalizable, ya que los varios pasos en el relato encuentran un paralelo en Efesios 2 donde se habla de la condición del inconverso. Para cada punto, mencionaremos primeramente lo que dicen Juan 11 y 12 y luego lo que leemos en Efesios 2. (1) Lázaro: pecadores siguiendo la corriente de este mundo,  sin esperanza; (2) amado: por misericordia, por gracia; (3) enfermo: hijos de ira; (4) muerto; muertos en pecados; (5) llamado a salir; os dio vida; (6) resucitado; nos resucitó; (7) sentado a la mesa con Jesús; nos hizo sentar en los lugares celestiales.

“He aquí el que amas está enfermo”. Y así Efesios afirma que Dios tuvo “gran amor con que nos amó”, aun estando nosotros muertos en pecados. Esta correspondencia de ideas es más que una coincidencia. Está dicho que el Señor, habiendo oído la noticia, no se apresuró a llegar a la cabecera de la cama en Betania, sino se quedó dos días donde estaba. Al emprender el viaje, tardó dos días en llegar a donde estaba Lázaro.

Al llegar, Él recibió la noticia que Lázaro tenía cuatro días muerto. Cuatro de los días de Dios habían transcurrido cuando el Señor Jesús se manifestó “su tiempo” en este mundo (Gálatas 4:.4, Romanos 5:8, 2 Pedro 3:8). Fue en el cuatro día que el sol fue hecho el centro de luz. La luz había existido, pero sin ser localizado. En este mismo orden de ideas, el salmista dijo que Dios puso en los cielos un tabernáculo para el sol (Salmo 19:9). En Juan 8 leemos de Jesús en el atrio del templo temprano en la mañana y anunciando que era la luz del mundo.

Marta dijo, “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Este es siempre el razonamiento del corazón humano. Se cree mejor la prevención que la solución, pero los pensamientos divinos no son los humanos (Isaías 55:8). ¿Por qué permitió Dios el pecado y sus consecuencias, estando en condiciones de haber evitado que sucediera? Él no siempre responde a las preguntas nuestras, pero sí nos señala el remedio. En aquella ocasión en el desierto, cuando los israelitas estaban mordidos de serpientes, proveyó la serpiente de bronce. El remedio estaba allí y la responsabilidad de cada cual era aprovechárselo.

Este Hombre que abrió los ojos del ciego, ¿no ha podido intervenido para salvarle la vida a Lázaro? (11:37). Sí, ha podido, pero no era su propósito, ni es así que obra. El hombre fue creado íntegro, pero pronto puso a manifestó que su inocencia no era garantía contra el pecado. Pero Dios introdujo en camino nuevo, el de la redención y resurrección. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (11:25-26). Y la pregunta: “¿Crees esto?” Algunos creyentes dormirán en Jesús, pero habrá por lo menos una generación que dará fe de manera experimental a esta afirmación, ya que nunca dormirán. “Nosotros que hayamos quedado, seremos arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Corintios 15:51, 1 Tesalonicenses 4:16).

de Tesoro Digital – ed RC

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 15:33-16:34 [leer]
/Jeremías 27-28 [leer]
/Colosenses 4:2-8 [leer]