Ser salvo por la gracia de Dios es el comienzo de la experiencia más linda que pudiera disfrutar un ser humano. Sin embargo, la vida cristiana no es solamente ser salvo de la ira venidera. Pablo recordó a los hermanos en Tesalónica de su conversión cuando se convirtieron “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Fueron convertidos para servir y así estar gozosos.

 

El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.” Lucas 16:10.

 

El Señor Jesús no solamente habló de la salvación sino también habló a menudo del tema del servicio. El mismo fue el Siervo Perfecto y pudo decir con certeza, “el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” Juan 8:29. Es imposible que cualquier otro ser humano pudiera decir lo mismo. Jesús relató a sus discípulos una parábola en que un hombre rico recibió una información negativa acerca de su mayordomo. Este era acusado de ser “disipador” de los bienes pertenecientes al rico, Lucas 16:10. El patrón no pasó por alto el servicio deficiente de su mayordomo. Le llamó para que diera cuenta de su mayordomía. Fue avisado de su despido y como es de esperar, esto le causó un gran problema. Dijo para sí: “¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza” v.3. La solución que dio a su problema reveló su enorme falta de criterio. Sin responder a su responsabilidad de cuidar los bienes de su patrón, otorgó una rebaja de 50% a todas las deudas. El mayordomo no firmó el recibo, sino comprometió a los endeudados pidiendo que con su puño y letra hicieran los descuentos. Pronto el mayordomo perdió su puesto y Jesús declaró al final de la parábola que Dios conoce los corazones de los siervos y cuando actúan con avaricia pueden ser alabados por su astucia. Pero Jesús dijo: “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” v.15.

 

El relato bíblico debe hacernos pensar en la calidad de nuestro servicio en cualquier ambiente. Sea la esfera de su actividad en el taller o en la oficina, en los centros educativos, o en la casa, debemos cumplir con el principio bíblico que dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” Colosenses 3:23. El tamaño de la tarea no importa. Si es fiel en lo poco, merecerá ser encargado de hacer más. Nadie en la vida está exento de rendir algún servicio “porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña” Gálatas 6:3. Por ejemplo, ser buen padre o buena madre es parte del servicio que Dios espera que rindamos.

 

Consideremos como nuestro Señor Jesucristo sirvió. Proveyó desayuno para los discípulos, les lavó los pies en el aposento alto, respondió a la petición de Jairo para atender a su hija y luego se paró para asegurar una mujer que su toque del borde de su manto tendría un efecto permanente. En esto caso, conviene que nos acordemos de las palabras del Señor, “ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” Juan 13:15. Debido a un trágico accidente, conocí a varias personas que me ayudaron con corazón de siervo. Me ayudaron por amor al Señor y he dado gracias a Dios por lo que aprendí por medio de ellos. ¿Acaso dirá el Señor al revisar nuestro servicio para Él?  “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” Mateo 25:21. El gozo será eterno. Comencemos a servir desde ya. –daj

Lectura Diaria:
2 Reyes 3 [leer]
/Jeremías 36 [leer]
/Hebreos 8 [leer]