“Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” Judas 1: 25

“La gloria sólo para Dios”. Esta es la última de las “cinco solas” o cinco frases que los reformadores acuñaron para resumir las doctrinas fundamentales de la fe cristiana con relación a la salvación. Soli Deo gloria enseña que toda la gloria en cuando a la salvación es sólo para Dios, puesto que la esta sólo se lleva a cabo a través de su voluntad y acción. No sólo el don de la redención y salvación obtenida por Jesús en la cruz al derramar su sangre, sino también el don de la fe en esa redención, de la de en la salvación que es creada en el corazón del creyente por el Espíritu Santo. Ningún ser humano decide de suyo propio acercarse a Dios y creer en el evangelio.  En la naturaleza caída y pecaminosa “todos se desviaron” (Salmo 14:3).

Según la enseñanza bíblica, no son admisibles el culto y adoración a hombres, por mucho que sean grandes personalidades del pasado o del presente. Tampoco a objetos inanimados como si fueran dignos de adoración. “Soli Deo Gloria” nos habla de dar el apropiado reconocimiento al Dios todopoderoso por lo que él es y por lo que ha hecho en la provisión de salvación. Provisión completa, perfecta y disponible a todo aquel que cree. Esta verdad tiene a la vez implicancias en el creyente. La soberanía de Dios es total en la vida del cristiano. Cada actividad suya tiene el fin último de glorificar a Dios. Toda la vida deberá ser vivida para la gloria de Dios bajo el señorío de Cristo.

Cuando estudiamos el significado del verbo “glorificar”, vamos que significa una declaración de alabanza, honor y adoración a Dios. Significa reconocer quién es Dios y quiénes somos nosotros. Todo lo que Dios hace manifiesta su honor hacia el universo. No hay ni otra cosa ni otra persona que merezca esa gloria. Dice el himno: “Santo tú eres solo/y nada hay a tu lado/en poder perfecto, pureza y caridad”. “Alaben el nombre de Jehová, Porque sólo su nombre es enaltecido” (Salmo 148:13). “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre.” (Romanos 16:27).

“La gloria es sólo para Dios” ya que la salvación depende exclusivamente de él. El hombre que es salvado no tiene de qué gloriarse humanamente pues la salvación no ha sido obra ni mérito suyo. “Y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). Antes, agradece a Dios por haberle alcanzado en su gracia. ¿Tiene el lector la salvación? ¿Da el lector la gloria sólo a Dios? rc

Lectura Diaria:
Números 1:1-54 [leer]
/Salmos 144:1-145:21[leer]
/Marcos 11:27 [leer]