Con cada día que pasa se ve la gran necesidad recurrir a la Palabra de Dios para contradecir los errores religiosos que abundan. Lea acerca de esta recomendación.
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4:16

A través de sus escritos, los apóstoles Pablo, Pedro y Juan dejan ver su preocupación por los falsos maestros que enseñaban el error. Advertían a los creyentes para que pusieran mucho cuidado de prestar oído solamente a aquellos que traían la sana doctrina. La fe cristiana no descansa sobre fábulas traídas por cuenteros, sino sobre las verdades entregadas por el Señor Jesús. Si en su día estos tres insignes siervos del Señor veían con alarma como proliferaban los que esparcían la falsa doctrina, ¿qué dirían del mundo hoy con su la proliferación de las sectas falsas y sus enseñanzas? Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso “yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20:29). Pero peor fue su vaticinio referente a ellos mismos, “y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (v.30). Pablo sabía el antídoto, “ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (v.32). El apego a la Palabra de Dios es primordial para protegerse.

Pedro en repetidas oportunidades sonó la voz de alarma. Usando como punto de referencia la historia antigua del pueblo de Israel, dijo que “hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor” (2 Pedro 2:1). En los versos siguientes indicó como podían identificar a estos malos obreros. Una protección para evitar esta contaminación era tener “memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles” (2 Pedro 3:2). La recomendación de tener la palabra en la mente es válida para nosotros hoy.

Juan destacó la importancia de la doctrina de Cristo como base de la fe y de la conducta. La persona que perseveraba en esta doctrina demostraba por su vida que conocía al Padre y al Hijo (1 Juan 1:9). El trato a los falsos maestros debía ser drástico, “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, NO LO RECIBÁIS EN CASA, NI LE DIGÁIS: ¡BIENVENIDO!” (v.10). Si las iglesias locales durante los años hubieran practicado el consejo de Juan, hoy habría menos confusión religiosa. “Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (v.11). Seamos sabios, seamos perspicaces, seamos inteligentes. Hay peligros. Necesitamos aferrarnos de la verdadera doctrina mientras ella misma se aferra a nosotros. Debemos tomar a pecho la recomendación de Pablo a Timoteo en el texto de cabecera. Si lo hacemos nos “salvará” de equivocarnos con la mala doctrina. –daj

Lectura Diaria:
Exodo 23:1-33 [leer]
/Salmos 66:1-67:7 [leer]
/Hechos 13:1-25 [leer]