Por regla general, los nuevos creyentes en Cristo tienen grandes deseos de comunicar a medio mundo lo indecible que les pasó cuando recibieron el regalo de la vida eterna. Y, ¿Por qué no? Recibir la vida eterna es el regalo más grande que pudiera haber. Sin embargo, debemos tener cuidado en cómo compartimos la buena noticia con nuestros semejantes. La palabra clave es amabilidad.

 

El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.” 2 Timoteo 2:24.

 

¿Ha tenido Ud. la rica experiencia de tener sus pecados perdonados por medio del Señor Jesucristo? ¿No es cierto que quiso gritar de voz en cuello para que otros pudieran poseer el mismo conocimiento y disfrutar del mismo gozo que inundó su corazón? Todo hijo de Dios tiene el deber de dar a conocer el evangelio por el cual Dios salva al pecador. Una vez Jesús hizo un milagro en la vida de un hombre endemoniado. Aunque había sido un hombre indomable por mucho tiempo, Jesús le libró de los espíritus malos y causó gran sorpresa entre los lugareños cuando “hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio” Lucas 8:35. Después quería acompañar a Jesús, pero el Señor le instruyó “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” v.39. El hombre testificó de lo que Dios había hecho en su vida por medio de Jesucristo. Lo mismo es lo que el Señor espera de los que somos salvos hoy.

 

El texto de cabecera establece algunos parámetros para que el discípulo sea efectivo en su testimonio; “no debe ser contencioso.” Algunos han ganado un argumento pero han perdido el contacto con un alma. Siempre existe este tipo de trampa cuando se produce una discusión acalorada. La admonición en el verso anterior indica cómo evitar transformar un encuentro en un debate. “Desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas” v.23. ¿Cuántos creyentes sinceros han escuchado la pregunta capciosa, ‘Dónde obtuvo Caín a su esposa?’ Hay otras preguntas de igual índole que no conducen a ninguna parte. Mejor seguir el ejemplo de Pablo, “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” Romanos 1:16. Hay que anunciar los puntos esenciales del evangelio.

 

El que desea ganar almas para Cristo debe ser “amable para con todos, apto para enseñar, sufrido” 2 Timoteo 2:24. El cazador y el pescador se cuidan de no ahuyentar a su presa. El ganador de almas debe presentar la verdad con firmeza, por cierto, pero con tonos de voz que no ofenden, permitiendo que el Espíritu Santo haga su obra en el corazón de la persona. Debe haber más énfasis en peticionar a Dios por medio de la oración y no tratar de persuadir con argumentos humanos. Seamos ganadores de almas, pero con amabilidad. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 6 [leer]
/Ezequiel 8-9 [leer]
/Juan 2:1-22 [leer]