Gracias a Dios hay personas que nos advierten de peligros que nos podrían hacer daño. El evangelio también es una advertencia. Si no cree en él, habrá consecuencias irreparables. Lea del proverbio que toca este tema.
“El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.” Proverbios 22:3. 

La veracidad del proverbio citado ha sido comprobado miles de veces. Casi no necesita de explicación para captar su mensaje. Ya sea en el tiempo presente o el lejano pasado en el tiempo de Noé o cuando Pablo el apóstol estuvo, ha habido casos de avisos emitidos y una variada reacción ante ellos. Sin ir más lejos que Marzo 2011, cuando el terremoto en Japón y el tsunami que siguió arrasó con tantos edificios y dejó a miles de almas muertas. Hubo varios avisos en la misma costa de Japón en la forma de estelas erigidas unos seis cientos años antes. Su mensaje no fue tomado en cuenta por la gran mayoría. Las estelas advertían de la destrucción que podía causar un tsunami. Esculpido en la cara de la estela estaba este mensaje: “… Acuérdense de la calamidad de los grandes tsunamis. No construyan casas más abajo de este marcador”. Muchos de los residentes no tomaron en cuenta la sabiduría dejada por sus ancestros. En vez de protegerse, muchos perdieron todo, incluyendo su vida.

En los días de Noé los habitantes fueron advertidos por él como “pregonero de justicia” antes que sucediera el diluvio, 2 Pedro 2:5. La Biblia relata que solamente ocho se refugiaron en el arca y el resto perecieron. Los demás recibieron el daño por no haber reaccionado ante el aviso. Cuando los israelitas estaban en Egipto a punto de partir hacia la tierra de Canaán, Dios ordenó que un cordero fuera sacrificado para proteger al primogénito. Con la sangre del animal debían marcar los dos postes y el dintel. “Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón” Éxodo 12:28. Sin embargo después de que Jehová pasó por la tierra, “hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto” v.30. Los egipcios fueron avisados pero no creían en Jehová. Comprobaron cuán preciso es el proverbio y la diferencia entre los avisados y los simples, o incrédulos.

Pablo el apóstol predicaba en Atenas, la cuna de la filosofía griega. Le dieron la oportunidad de presentar su mensaje en el Areópago, lugar público donde debatían temas de interés público. Después de dictar una clase magistral en la cual Pablo hizo referencia a los poetas griegos y a la historia de los israelitas. Declaró que Dios había pasado por alto los tiempos en los cuales la gente no sabía de su propósito en enviar a su Hijo al mundo. Concluyó diciendo que Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” Hechos 12:30.31. El aviso fue dado y “cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos” se produjeron tres reacciones diferentes. “Unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez,… mas algunos creyeron” Hechos 12:32,34. En toda reunión pública donde se predica el evangelio hay reacciones diversas. Lo mismo pasa con una obra escrita como la que está leyendo. Muchos ya han creído, pero otros restan importancia al mensaje. Otros piensan atender al asunto en un tiempo futuro. Nos corresponde urgir a todos a buscar “a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” Isaías 55:6. Otra versión del proverbio puede ser: “el prudente recibe la advertencia y se refugia: el desprevenido la pasa por alto y sufre daño irreparable”. Sea usted prudente. –David A. Jones

Lectura Diaria:
Jueces 13 [leer]
/Isaías 33 [leer]
/1 Corintios 11:2-34 [leer]