Todo cristiano está consciente de la lucha espiritual en la cual está involucrado. La Biblia habla de la batalla de la fe y la llama una “buena batalla”. ¿Cómo puede ser buena una batalla? Considere lo que escribió Pablo al respecto.

 

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.” 1Timoteo 6:12. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” 2 Timoteo 4:7

 

Pablo el apóstol habla de pelears la buena batalla, pero hay que fijarse que es la batalla de la fe. No es buena si uno pelea porque está ambicionando una ventaja en el mundo. Tampoco es buena si se trata de elevarse sobre otros aduciendo poder intelectual en un argumento. Cuando se trata de defender la fe o de contradecir la forma en que otros hablan del Señor Jesús, es buena batalla.

 

Hay tres sectores desde donde el creyente en Cristo es atacado y debe estar informado de estos enemigos. Los tres son el mundo, la carne, y el diablo. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”  Efesios 6:13. El verso anterior explica que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” v.12. No hay manera de retirarse de esta guerra porque al pertenecer al Señor Jesús, automáticamente somos blancos del enemigo. El trata de callar nuestra voz de testimonio.

 

La meta que cada cristiano debe tener es estar informado de quienes son sus enemigos y tratar de vivir una vida que agrade a nuestro Dios. Internamente tenemos que luchar con la carne, o sea, la humanidad pecaminosa nuestra. Desde que Adán y Eva pecaron, el corazón humano no busca a Dios. Sin embargo, habiendo nacido de nuevo por medio del Espíritu Santo, Él está en nosotros para ayudarnos a no sucumbir a las tentaciones de la carne. La carne sugiere pensamientos impuros, celos, arrebatos de enojo. Vea algunos pecados listados en Gálatas 5:19-20.

 

Otro enemigo es el mundo, este sistema de creencias, actitudes, y filosofías que quieren reemplazar nuestra sencilla fe y dependencia de Dios. Juan el apóstol advirtió: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” 1 Juan 2:15. Jesús dijo que debemos ser como la sal que milita contra la corrupción y como luces en medio de las tinieblas. En otras palabras, hemos de evitar que el mundo influencie nuestros pensamientos. El diablo también es un enemigo contra el cual tenemos que batallar. Su deseo es siempre deshonrar a Dios. La incredulidad es una forma de deshonrar a Dios. Quejarse de las cosas que acontecen en su vida que le hacen dudar de Dios es otra artimaña del diablo. La carne, el mundo y Satanás van a tratar de derrotar a los creyentes en Cristo mientras estén en este mundo vivos. Los recursos espirituales están a la mano y ojalá que cada uno pueda decir al final como dijera Pablo, “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” 2 Timoteo 4:7. Dios nos conceda que seamos vencedores. –daj

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 19 [leer]
/Jeremias 52 [leer]
/1 Timoteo 3 [leer]