Los predicadores saben valorar la capacidad humana de usar la lengua para transmitir el mensaje del evangelio. Todos valoramos la capacidad de oír, especialmente cuando el pueblo de Dios canta con alegría. En la vida de un hombre que pudo hacer ni la una ni la otra, Jesús hizo un milagro
“Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.” Marcos 7:37.
En el evangelio de Marcos se halla el relato de un milagro que no es repetido en ningún otro evangelio. Se trata de un sordomudo a quien trajeron a Jesús para que pusiera sus manos encima. Jesús no hizo lo que pensaban pero su forma de tratar el caso llama la atención. Jesús había estado en el norte y volvía de la región de Tiro y Sidón. No fue a Capernaum donde habitualmente llegaba, sino pasó por la región de Decápolis. Este fue un distrito que agrupaba diez ciudades. Los romanos reedificaron estas ciudades después de conquistar el territorio de Israel. Sin mencionar ninguna ciudad donde hubiera entrado Jesús, “le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima” Marco 7:32. No se sabe como comunicaron al varón cuáles fueran sus intenciones, porque era sordo, pero es obvio que el hombre tenía fe pues permitió que lo llevaran a Jesús. Hoy día hay creyentes que se afanan por traer a las almas a Cristo para que le conozcan a Él como Salvador. No hay servicio más precioso que esto; preocuparse para que sus amigos lleguen a conocer a Cristo.
Jesús respondió a la evidente necesidad, pero su forma de efectuar el milagro fue muy diferente a lo que normalmente hacía el Señor, pues “tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua” v.33. Cristo no quiso hacer un espectáculo, y estando el hombre sordo, no era el momento de hablarle. Sin embargo, con los dedos en las orejas, y con el toque de su lengua, Jesús daba a entender al hombre que conocía su problema. Ser llevado aparte, significaría al hombre que el milagro no se hallaba entre la gente que le rodeaba. Los dedos del Señor transmitía el mensaje que había poder en Él para efectuar un milagro. Mirando hacia el cielo, Jesús gimió como lamentando la condición en que el pecado había dejado a la humanidad. “Efata”, dijo el Señor, una palabra aramea que significa: “sé abierto” v.34. El hombre no escuchó la palabra que produjo el milagro pero era percibida por los asistentes. “Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien” v.35.
El sordomudo experimentó un cambio radical en su vida. Ahora puede oír y con su lengua puede hablar. Es un ejemplo de lo que pasa al ser humano cuando se acerca al Señor Jesús para ser salvo. Antes no captaba la voz de su Salvador instruyéndole o revelándole las maravillas de la gracia de Dios, y menos podía dar testimonio de la grandeza del Salvador. Una vez salvado, el cristiano agudiza su oído para captar la voz de su Señor y con su lengua canta y testifica de la bendición de ser salvo por Jesucristo. ¿Usa usted su oído para captar lo que el Señor le dice? ¿Usa su lengua para hablar de la salvación que posees a través de Él? –daj.
Lectura Diaria: | ||
Números 11:4-35 [leer]
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/Proverbios 9 [leer]
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/1 Pedro 1 [leer]
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