Años atrás hubo un predicador llamado Carlos Fuller que tuvo un programa en la radio. Todos los domingos desde un gran auditorio en Los Ángeles, California, el Sr. Fuller grababa el programa ante miles de personas. Un domingo el Sr. Fuller anunció su tema para el domingo siguiente: “El Cielo.” Le escuchaba en casa otro predicador de renombre, el Dr. Harry Rimmer, que no solamente era dotado para predicar, sino también era científico y escritor. Al escuchar cuál iba a ser el tema para el domingo siguiente, el Dr. Rimmer escribió una carta a don Carlos Fuller…

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…” 1 Juan 5:13

 

“Mi estimado Carlos: según anunciaste, para el próximo domingo has de hablar acerca del cielo. Me interesa mucho aquella tierra, porque ya por más de 50 años, tengo la posesión efectiva de un pedacito de la propiedad allá. Yo no la compré, mas bien, me fue regalada sin que yo pagara dinero y sin que el donante me exigiera precio. Pero el que me la dio la compró a un precio muy elevado. No es que la tengo en mi poder por razones especulativas, pues la escritura es intransferible. El Arquitecto más destacado que hay, quien es a la vez Constructor del Universo, ha estado preparándome un hogar que me va a gustar a la perfección y nunca tendrá que ser reparado. Los bichos no pueden hacer ningún daño a su fundamento, porque mi casa descansa sobre la Roca de los Siglos. Tampoco puede ser alcanzada por un incendio, y ninguna inundación la puede afectar.”

 

“No hay candados, ni cerraduras, ni ninguna otra cosa para asegurar las puertas, pues ladrones no tendrán acceso. Ningún malicioso tiene acceso a esta tierra donde está mi habitación. No tengo temor de que me vayan a prohibir la entrada, y una vez llegado allí, nadie me echará. Ya estoy listo para entrar y descansar en paz eterna. Yo vivo en California y el viaje a mi hogar en el cielo será rápido. Pero sé que no puedo alcanzar la ciudad de oro, sin pasar por el valle oscuro de la muerte. Pero no tengo miedo, porque el mejor Amigo que tengo ya pasó por el mismo valle años atrás. Hará que las sombras se ahuyenten de mí”. El creyente en Cristo puedo hablar con confianza de su eterno hogar y la misma Biblia le asegura que por haber creído en Cristo, ya tiene vida eterna. (Continuará) –DAJ