William Whiting Borden fue un acaudalado filántropo cristiano con un especial interés por los musulmanes del norte de China. Nació en Chicago en 1887 en una familia que había hecho su fortuna en el rubro de las propiedades y la industria lechera. Esta fue la riqueza que Borden distribuiría generosamente antes de su temprana muerte. Veamos un poco más de su historia.

 

“La memoria del justo será bendita” Proverbios 10:7

William Borden comenzó a asistir a una iglesia en Chicago con su madre después de la conversión de ella, en 1894. Se convirtió al Señor Jesucristo y fue bautizado. El evangelio que había oído de labios de R. A. Torrey dejó una marca indeleble a lo largo de su corta vida, y sus amigos reconocerían después que nunca le vieron perder el tiempo.

Dejó su hogar para ir a estudiar a la Universidad de Yale, donde formó un grupo de oración y lectura bíblica que dirigió él mismo. Al momento de su graduación había 1300 estudiantes de los cuales 1000 se reunían en el grupo bíblico que él había formado. En dichas reuniones planificaban cómo alcanzar a otros estudiantes para Cristo. También dirigió la conferencia misionera de estudiantes de Yale y después de su graduación de Yale y del Seminario Teológico de Princeton, viajó a Egipto donde estudió la lengua árabe. Se preparaba para ministrar a los musulmanes Kansu del norte de China. Sin embargo no alcanzaría su objetivo pues murió de meningitis a los 25 años. En su Biblia había escrito:

“Sin reservas, sin vuelta atrás, sin lamentos”.

De su fortuna familiar, Borden donó un millón de dólares de ése tiempo a organizaciones misioneras como la China Inland Mission, el Instituto Bíblico Moody, la Iglesia Moody, y el Seminario Teológico de Princeton. No obstante, mas que un filántropo él fue también un evangelista. Mientras era aun estudiante fundó la misión Yale Hope (Esperanza de Yale), organización que rescataba alcohólicos de las calles, buscaba rehabilitarles y les compartía en el evangelio de Jesucristo. En su epitafio se lee:

Un hombre que permaneció en Cristo,

Se levantó, lo dejó todo y le siguió,

Pleno de afecto y de amor hermanable,

Ferviente en Espíritu sirvió al Señor.

Gozoso en la esperanza,

Paciente en la tribulación,

Constante en la oración,

Compartió para las necesidades de los santos,

Y prefirió honrar a otros.

Aparte de la fe en Cristo,

Una vida como esa no tiene otra explicación.

 

La vida de William Borden nos habla de lo que mueve a un creyente en Cristo que tiene sus prioridades correctamente establecidas. Que podamos en nuestra realidad personal, cualquiera que esta sea, permanecer en él (1 Juan 2:28). –rc

Lectura Diaria:
Jueces 6:1-40 [leer]
/Isaías 27:1-13 [leer]
/1Corintios 6:1-20 [leer]