La labor que desarrollan los predicadores hoy día incluye la comunicación de las advertencias de Dios contra los incrédulos además de las bendiciones para los que le obedecen. Esa era la misión del atalaya.

 

“Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.” Ezequiel 3:17

 

Ezequiel el profeta era guiado por el Espíritu a ponerse junto a los cautivos que moraban junto al río Quebar en Babilonia. La condición de sus hermanos le dejó atónito y se quedó esperando una palabra de Jehová para ellos. “Aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová” Ezequiel 3:16. El texto de cabecera contiene el lugar que debe ocupar entre el pueblo y lo que debe hacer con la palabra de Dios puesta en su boca. Dios le responsabilizó de entregar un mensaje y no callar. Su comisión fue de actuar como los atalayas que habitualmente rondaban en las murallas a fin de advertir de cualquier peligro o amenaza a los habitantes de la ciudad. Ezequiel había de advertir al pueblo de parte de Jehová de los peligros que se avecinaban.

 

La labor que desarrollan los predicadores hoy día incluye la comunicación de las advertencias de Dios contra los incrédulos además de las bendiciones para los que le obedecen. El siervo del Señor no es responsable por lo que hagan los oidores con el mensaje, sino que ha de ser fiel en entregarlo. “Si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma” v.21. Pablo instó a Timoteo a “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” 2 Timoteo 4:2. En una encuesta hecha en un país que se considera “muy cristiano” se descubrió el inquietante hecho de que los predicadores apenas mencionan “el tema del infierno”. Algunos predicadores entrevistados afirmaron que querían que el auditorio “se sintiera bien al asistir a la iglesia”. Ezequiel les advertiría que los términos que Dios usa para responsabilizar a los que le sirven son claros, “Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, PERO SU SANGRE DEMANDARÉ DE TU MANO” v.18.

 

Es el momento que cada cristiano que testifica se examine para saber si puede decir lo Pablo dijo una vez a los ancianos de Éfeso: “no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.” Hechos 20:27. Después les pidió sus oraciones para “que con denuedo hable de él, como debo hablar” Efesios 6:20. ¿Está declarando la verdad en su totalidad?