Una señora se quejaba de su vida y decía: “estoy bien aburrida.” Mencionó su marido, los niños, y entre otras cosas, “la plata no alcanza para nada.” Con paciencia su interlocutor le llevaba al plano espiritual. Preguntó cómo estaba en este sentido. Confesó que estaba lejos del Señor y reconoció su necesidad de volver. Miremos algo más de esta actitud.

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” Hechos 20:24

 

Es un fenómeno inexplicable cómo algunos cristianos se deprimen y en vez de buscar al Señor, se alejan de Él. Dejan de leer la Biblia, y después ni se preocupan de orar. Muchas veces al conversar del problema, reconocen que el problema radica en ellos mismos. Algunos invocan ciertos motivos que según creen, les hicieron alejarse del Señor. Los sinceros preguntan ¿Qué se puede hacer para disfrutar de nuevo de la comunión con Dios y gozarse de la lectura de su Palabra? Seguramente hay muchos que sienten lo mismo y si pudieran poner en palabras sus sentimientos, dirían, “Quiero Recobrar la Vista.” Quieren ver aquellas bellezas espirituales que antes disfrutaban junto a los demás miembros de la familia de Dios. Lo dicho por Pablo a los ancianos de Éfeso nos puede ayudar.

Quizás algunos tuvieron problemas en la iglesia adonde iban y un malentendido con otro les hizo alejarse de la congregación. Hay otros que reconocen haber adoptado una actitud poca cristiana y por vergüenza no quieren dar la cara en la congregación. En algunos casos, la persona se aleja de Cristo antes que se aleje de una compañía de cristianos. Hay algunos que están lejos del Señor en su corazón pero asisten regularmente a las reuniones. En verdad, hay un cansancio que ha invadido su ser, tanto en lo físico, como en lo espiritual. El cansancio físico es muy entendible especialmente cuando hay que batallar para mantener y educar a los hijos. Se tiene que trabajar mucho para que no falte a los pequeños. Por tanto, hay cansancio físico por dedicarse a las labores cotidianas a fin de proveer sustento y abrigo a la familia.

El cansancio espiritual muchas veces es el producto del cansancio físico. Ya que mucho tiempo es dedicado a atender los quehaceres diarios de la vida, no queda tiempo ni ganas para leer la Biblia, apenas para orar, y menos para asistir a un lugar donde la Palabra de Dios se predica. Sabemos perfectamente bien que es imprescindible alimentar el alma. Escuchar una predicación o meditación alivia un poco pero no se compara con el contacto personal que uno puede tener con Dios. Pablo el apóstol conversaba con los ancianos de la iglesia de Éfeso. Ellos escucharon de sus planes de ir a Jerusalén aunque él admitía que iba a haber sufrimiento y motivos para desanimarse. “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” Hechos 20:24. Había resuelto en su corazón no permitir que nada le desviara de hacer la obra que el Señor le había entregado. En vez de alejarse del Señor, quería quedarse cerca para poder acabar su carrera con gozo. “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14.  –daj