La mente es el motor de nuestra acción. Pensamos primero y luego hacemos. Pero hay que tener cuidado respecto a lo que permitimos en nuestra mente. Lea lo que Pablo el apóstol aconsejó a los Filipenses al respecto.

“Regocijaos en el Señor siempre.” Filipenses 4:4. 

Diariamente estamos inundados con información que llega a través de la radio, la prensa, la televisión, los contactos personales, además de discursos, conversaciones, y experiencias y el Internet. Recibimos impresiones en forma constante. ¿Cuál es la opinión más valedera? La gente opina sobre temas candentes como el aborto y el divorcio, la guerra y la política, la marihuana y el alcohol. Hay así llamados expertos en todas las materias, y ¿quién de todos tiene la razón? Necesitamos una base firme para llegar a una conclusión correcta. Necesitamos información fidedigna para darnos una orientación confiable. Gracias a Dios por la Biblia. Pero ella no va a ayudarnos a menos que la hagamos caso. Hace falta permitir que tenga efecto en nuestra vida. Es imprescindible ponerla por obra.

Somos responsables por lo que permitimos entrar en nuestra mente, y si vamos a sacar conclusiones correctas y edificantes, practiquemos lo que Pablo el apóstol aconsejó a los Filipenses: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD” Filipenses 4:8. Cuando pensamos de esta manera, aplicaremos buen criterio para enfrentar las demandas de la vida. Ahí está el secreto de una vida digna, ennoblecida, y placentera. Pensando en esta clase de temas, nos llevará a meditar y actuar conforme a la voluntad de Dios. Pensando así, no permitiremos que nuestra mente se ensucie en la cloaca repugnante del mundo que nos rodea.

El texto de cabecera dice “Regocijaos en el Señor siempre”. Regocijarse en el Señor es reconocer que el Señor tiene derecho de ejercer su soberana voluntad en nuestra vida. Es permitir que Él nos guíe en nuestras relaciones personales, ya sean esposos, hijos, amigos, compañeros y vecinos. “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” fue la pregunta hecha por Saulo de Tarso, recién convertido en discípulo de Cristo. Muchos años han transcurrido desde que él lo dijo, pero sigue siendo la llave para abrir la puerta al verdadero gozo. ¿Sería Ud. capaz de decir “Señor, qué quieres que haga?” He aquí un botón de muestra de lo que el Señor desea. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Filipenses 4:6. La cita dice que debemos hablar con Dios “con acción de gracias”. ¿Estamos realmente agradecidos por todo lo que Dios hace en nuestra vida? Ésta es la forma de pensar y actuar bien. –DAJ

Lectura Diaria:
Josué 20-21 [leer]
/Isaías 14 [leer]
/1 Tesalonicenses 5 [leer]