Orar es un privilegio que cada hijo e hija de Dios tiene. ¿Acaso Dios nos oye? Y ¿responde? Lea el comentario sobre la oración que es el tema de hoy.
“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6.

Cuando Saulo de Tarso fue convertido, el Señor le instruyó a que entrara en Damasco y esperara ahí para saber qué hacer. Saulo había preguntado, “Señor, ¿qué quieres que haga?” Hechos 9:6. El Señor iba a enviar a Ananías, un discípulo suyo de la iglesia en Damasco para entrar en contacto con este nuevo trofeo de la gracia de Dios. El Señor dio instrucciones precisas a Ananías, incluyendo el nombre de la calle y la casa donde Saulo había estado tres días sin comer ni beber. También le dio una señal por la cual conocería a Saulo, “he aquí, él ora” v.11. Recién convertido, sin haber tenido contacto con ningún otro creyente en Cristo, Saulo está orando.

¿Acaso Dios percibe nuestras oraciones particulares? Abundan ejemplos en los evangelios de personas que se acercaron a Jesús personalmente con una petición y Él les respondió. Cuando Bartimeo clamaba el nombre Jesús pidiendo misericordia, los que estaban cerca decían que callara como si no valiera la pena que este ciego llamara. Pero Jesús se detuvo en el camino y ordenó que Bartimeo viniera. Si Jesús se percató de un pobre ciego, ¿no es un indicio de que sí, Dios sabe cuando le clamamos y responde?

Orar sirve varios propósitos. Antes de orar, el orante debe darse cuenta que se acerca al mismo Dios del cielo y se requiere la reverencia que corresponde a su majestad. No hay que tratarle con la familiaridad de un amigo, sino como el Soberano que es. Al peticionar al trono de Dios, es necesario tomar en cuenta que al invocar el nombre del Señor Jesús, está relacionando su nombre al pedido. Por tanto, debe de ser algo que Él pudiera aprobar. Santiago explicó, “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” Santiago 4:3. Las oraciones no deben ser egoístas, como si se tratara de conseguir que Dios respondiera solamente para satisfacer objetivos personales. El texto de cabecera enfatiza la necesidad de fe, aquella dependencia de Dios que reconoce su poder para responder según su soberana voluntad. Dios contesta a todas las oraciones. A veces, la respuesta es que sí, a veces, no, y otras veces, espere. De todas maneras, Dios contesta las oraciones. –daj

Lectura Diaria:
Éxodo 31:1-18 [leer]
/Salmos 79:1-80:19 [leer]
/Hechos 18:24-19:20 [leer]