En el evangelio se revela la respuesta a la pregunta de una mujer, cuya alma buscaba ser saciada no con cosas de este mundo.

“La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” Juan 4:11 “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad …” Juan 4:28

 

En respuesta a la oferta que el Señor Jesús le hizo de darle agua viva, la mujer de Samaria se fijó en dos detalles. Le hicieron llegar a una conclusión y luego hacerle una pregunta. Se fijó en que el Señor no tenía un balde con que sacar el agua, y el pozo era hondo. Por tanto, si él está ofreciendo darle agua, no sería de este pozo que Él sacaría el agua. La pregunta es lógica; “¿De dónde, pues, tienes el agua viva?”

 

El evangelio revela el secreto buscado por la mujer con su pregunta. El evangelio revela al pecador que el agua viva, símbolo del Espíritu Santo, es de origen divino. El Salvador que conversaba con la mujer era la misma fuente de esta agua. El Señor Jesús le iba a llevar paso a paso en la conversa con ella para que ella reconociera su gran necesidad, debido a su pecado. También iba a reconocer que el “extraño” con que conversaba era el Mesías largamente esperado, y fuente de toda bendición a través del agua viva.

 

Y cuando la mujer lo supo, ¡Un cambio se produjo en ella! “Dejó su cántaro.” El cántaro de greda no era necesario ni capaz de recibir el agua viva. Su corazón se llenó al creer en el Mesías. Se apuró para ir a la ciudad a fin de que otros supieran de su gran hallazgo. Hermanos ¿Acaso otros saben de lo que nosotros tenemos en Cristo?

–daj

Lectura Diaria:
Josué 9 [leer]
/Isaías 6 [leer]
/Lucas 23:13-46 [leer]