“¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Marcos 8:36

Fue en el país de Sudáfrica en el año 1879, que el príncipe imperial, hijo del emperador francés Napoleón III, formaba parte de un batallón inglés enviado para reconocer un fuerte que parecía abandonado por el enemigo. No se veía a nadie en la aldea cercana, pero los indígenas, favorecidos por la crecida maleza, se hallaban ocultos entre ella. “Volvámonos rápidamente” dijo el oficial que mandaba a la pequeña tropa. “¿Por qué?” preguntó el príncipe, “sólo pido diez minutos más para tomar una taza de café.” Dicho y hecho, pues se lo otorgó. Pero antes de haber transcurrido el tiempo señalado, se oyeron feroces gritos. Los soldados subieron velozmente a sus caballos y huyeron en desorden bajo una lluvia de flechas. Al llegar al campamento, la tropa constató que el príncipe imperial había desaparecido. Cuando contaron lo sucedido a su madre, la emperatriz Eugenia, ella exclamó: “Ése fue el defecto de mi hijo desde su niñez. De noche no quería acostarse y de mañana rehusaba levantarse. Siempre pedía diez minutos más. Me mostraba sus diez dedos extendidos, repitiendo su frase favorita: ‘dame diez minutos’”

En la vida diaria puede ser peligroso aplazar atender un asunto cuando las circunstancias indican que debe hacerse en el mismo momento. Cuando nuestra salud está en juego, no vacilamos en consultar rápidamente a un médico. Sin embargo, hay personas que postergan importantes decisiones y pierden todo al final. Es por eso, los predicadores del evangelio instamos a nuestros oyentes a que se arrepientan y se conviertan al Señor Jesús antes que sea demasiado tarde. Si Ud. no es salvo, debería preocuparle mucho este asunto, pues la salvación de su alma es de suma importancia. Quienes no se salvan estarán perdidos en el lago de fuego para siempre. Acuda sin demora al Señor Jesús, quien llama al arrepentimiento para que otorgue el perdón y la vida eterna a quienes confían en Él. AHORA es el tiempo aceptable.

También hay una advertencia válida para todo creyente en Cristo. Ex una exhortación tanto para su vida secular como para su vida espiritual. “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:22-23). “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11). Cuando los pescadores de Galilea fueron llamados por el Señor para ser pescadores de hombres, dejaron todo inmediatamente para seguir al Señor. En el caso de Juan y Jacobo, dejaron a su padre cuando el Señor les llamó. Cuando el Señor llamó a Mateo (Leví), se levantó inmediatamente para ir con Jesús. Y, ¿Qué de Zaqueo cuando el Señor Jesús le dijo que descendiera “de prisa”? Nada de esperar diez minutos en estos casos. Nos cabe preguntarnos ¿acaso somos prontos a responder, o siempre queremos más tiempo? La obediencia conduce a la bendición y “la bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22). daj

Lectura Diaria:
2 Cronicas 16-17 [leer]
/Ezequiel 37 [leer]
/Juan 15:1-16 [leer]