Cuando el Señor llama a nosotros para salvarnos, es para convertirnos en discípulos suyos, es decir, seguidores que le sirven para hacer su voluntad. Lea lo que la Biblia dice al respecto.
“Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir”. Isaías 48:17.

Isaías invitó al pueblo a acercarse para oír algo importante. “Acercaos a mí, oíd esto: … y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu” v.16. Isaías fue enviado con una misión especial para apelar al pueblo a fin de poner oído a la voz de Jehová. El deseo de Dios era que recibieran enseñanza provechosa, para poder seguir el camino de justicia y hallar paz en servir y agradarle a Él. En su llamada Dios se presenta como su Redentor y el Santificador que se preocupa por su pueblo. Tales verdades infunden confianza y contentamiento en el corazón de quienes han experimentado la libertad que es el resultado del rescate efectuado. Los cristianos hemos conocido al Señor Jesús como nuestro Redentor. Él pagó el precio de nuestro rescate con su muerte en la cruz habiendo obtenido la salvación para nosotros, ahora sigue en su santa labor de enseñarnos como debemos vivir para que caminemos con rectitud.

Hay beneficio en toda la enseñanza del Señor Jesús. Él se ha comprometido para darnos instrucción a fin de que le sirvamos. Como dijera el salmista: “te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” Salmo 32:8. No solamente indica el camino en que debemos andar, sino también sus ojos nos vigilan para proteger and guiarnos. Desconocemos el futuro, pero conocemos a Aquel en cuya mano el futuro está. Ya que es así, podemos depender de Él para que nos guíe.

Cuando el Señor Jesús mandó a sus discípulos a predicar, les instruyó cómo deben actuar (Mateo 6:6-13). Cuando quiso celebrar la última pascua con los suyos, mandó a dos de ellos para preparar el aposento alto (Lucas 22:7-14). Antes que fuera al cielo, Jesús dio instrucciones específicas a los suyos para no irse de Jerusalén hasta que viniera el Espíritu Santo, “y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí” Hechos 2:4. Desde el cielo, Jesús sigue instruyendo como hizo en el caso de Saulo de Tarso, recién convertido; “temblando y temeroso, (Saulo) dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” Hechos 9:6. Si queremos provecho espiritual en nuestra vida, debemos recordar que el Señor desea enseñarnos el camino que debemos seguir. De parte nuestra, espera que le obedezcamos. –daj

Lectura Diaria:
Josué 9 [leer]
/Isaías 6 [leer]
/Lucas 23:13-46 [leer]