Hacen falta en el mundo de hoy personas que temen a Dios. Se necesita personas que saben lo que es justo y lo que agrada a Dios y no titubean en honrarle con su obediencia. Lea de dos mujeres cuya actuación en un momento tuvo repercusión ochenta años más tarde.

“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre” Salmo 127:3.

La historia del éxodo de los israelitas de Egipto no comenzó con Moisés, ni con sus padres, sino con las matronas que atendían a las mujeres hebreas. Mostraron gran valentía frente a un rey paranoico. Faraón temía que el aumento de la población hebrea pudiera poner en peligro la estabilidad de su reino. Comenzó oprimiendo a los trabajadores exigiendo una mayor producción de ladrillos sin entregarles los materiales suficientes. Luego ordenó a las matronas “Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva” Éxodo 1:16. Faraón el rey emitió una orden que comprometía a las parteras a cometer el asesinato de una criatura inocente. Las mismas parteras eran esclavas y Faraón ejercía su autoridad sobre ellas.

“Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños” Éxodo 1:17. No contó Faraón con un factor que él desconocía, el temor a Dios. El temor a Dios envalentona al que lo tiene. Las parteras que laboraban entre las hebreas permitieron que el temor a su Creador las llevara a desobedecer a Faraón. El poder de ser valiente viene cuando reconocemos que por sobre toda autoridad humana, está la autoridad divina. La voluntad de Dios es la que debe prevalecer cuando está reñida con la voluntad del hombre. No se sabe cuánto tiempo pasó en que estas mujeres no cumplieran con el mandato del rey, pero en cierto momento Faraón se dio cuenta que la cifra de la población hebrea seguía en aumento. Por eso, “el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?” v.18. Parece que las parteras se demoraban en llegar a atender a las mujeres hebreas, pues “respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas” v.19.

El principio bíblico está en 1 Samuel 2:30, “yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”. ¿Qué pasó con las parteras? De parte de Faraón, nada. ¿Y de parte de Dios? “Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera”. Por su valentía, un pueblo entero fue bendecido. En lo personal, “por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias” v.21. Sifra y Fúa son los nombres de las dos mujeres que dejaron un testimonio de haber temido a Dios. Él las juzgó como fieles y las bendijo, y la bendición alcanzó también a sus familias. Sin el temor de Dios, habrían participado en un acto criminal. Seguramente las dos se animaban mutuamente y por eso, cuando Jocabed daba a luz a su tercer hijo, la partera que le atendió no mató al niño, sino preservó la vida a quien sería Moisés, el gran Libertador del pueblo. ¿Se da cuenta? Lo que se hace en el temor a Dios puede afectar a un pueblo, a una familia, y hasta a una nación. El fruto de la actuación de las parteras tuvo su efecto ochenta años después, cuando Moisés fue escogido por Dios para sacar al pueblo de Egipto. Faraón es una figura que representa la actitud del diablo, deseando maldición para con los niños. Es un contraste con nuestro Señor Jesucristo, quien dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” Mateo 19:14. –DAJ