La experiencia dolorosa que afectó al matrimonio de Marshall y Susan Shelley dejó una huella profunda en ellos y en los que leen el relato en cuanto a su hijo Toby y su hija Mandy.
“¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Santiago 4:14

La fecha fue el 22 de Noviembre, 1991. Marshall Shelley y su esposa Sara jamás se olvidarán de ella. Anticiparon como cualquier pareja la llegada de un bebé que venía en camino. Marshall comenzó su relato de lo acontecido diciendo: “Estuve con mi hijo durante su vida entera – DOS minutos”. Entró en este mundo de luz y aire a las 8.20 p.m. y partió a las 8.22. Este matrimonio cristiano se preguntaba, “¿Por qué Dios permitió el milagro del nacimiento del niño y tan rápido llegó a morir? Fue un tiempo demasiado corto”. Nunca le vieron dar sus primeros pasos; apenas le vieron respirar. Su muerte dejó una variedad de incógnitas: ¿Le habría gustado el fútbol, o habría seguido otros intereses? ¿Cómo se habría llevado con sus hermanas mayores? ¿Le habría gustado reírse? Tantas preguntas y todas sin contestación. La pregunta que más le vino a la mente por meses fue ¿por qué habría creado Dios a un niño para vivir solamente por dos minutos? Marshall buscaba una respuesta.

Muchos han buscado respuestas cuando algo inesperado ocurre y seres queridos pierden la vida. Los deudos preguntan, ¿por qué? En el caso de este niño, la explicación fue que una anormalidad de cromosoma causó la condición fatal. El doctor había usado el término “Trisomía 13 o 18” unos meses antes cuando practicaba una ecografía obstétrica. Examinaba los órganos internos del pequeño e interpretaba lo que veía en el monitor; era una condición no compatible con la vida. El doctor les avisó que posiblemente se produciría un aborto espontáneo y si llegara a nacer, el niño no sobreviviría mucho fuera del vientre materno. Luego agregó, “no sé si quieren seguir hasta el término del embarazo”. Marshall y Susan entendieron lo que sugería. Inmediatamente Susan dijo: “Nosotros creemos en Dios y que Él da vida y también la quita. Si solamente voy a conocer a mi hijo mientras esté en mi vientre, no quiero acortar este tiempo y haré todo lo posible para hacer que su mundo sea lo más seguro posible”. Abandonaron el despacho del doctor con corazones atribulados convencidos que habían hecho bien en no terminar el embarazo. Pidieron a Dios que si no hubiera remedio, por lo menos, pudiesen verle nacer. Llegó el 22 de Noviembre y el alumbramiento no fue fácil. El gran esfuerzo de Susan en el trabajo de parto demostró que quería que naciera la criatura. De repente salió el bebé y le pusieron sobre el pecho de la madre. Vieron su pechito expandirse un poco respirando como pudo. “Gracias oh Dios” murmuraron. El bebé cambió de color mientras ellos tocaban su cara hablándole de su amor. Le dijeron: “Bienvenido y adiós”. “Se ha ido” dijo el doctor. Una enfermera preguntó si le tenían un nombre. “Toby,” respondieron. Pocos meses después, sufrieron otra pérdida cuando Mandy, su hija de siete años partió de este mundo. La conversación con otros miembros de la familia se centraba en lo que hacía la gente en el cielo. Citaban Hebreos 11:16 de los antiguos que “anhelaban una (patria) mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”.

La promesa del Señor Jesús fue preciosa también, “en la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3). Marshall y Susan se conformaron sabiendo que cuando Dios crea una vida, la hace para la eternidad. Recibieron una respuesta a su pregunta, “¿por qué creó Dios a una criatura para vivir dos minutos? Realmente no fue así. Dios da vida por más de dos minutos. Dios da vida para ser vivida por toda la eternidad en su presencia. Sea Toby o Mandy, sean Marshall o Susan, seamos usted que lee o el que escribe, Dios nos ha creado para la eternidad. “Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo” (1 Juan 5:11). ¿La tiene Usted? –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 23:1-24 [leer]
/Isaías 62:1-63:14 [leer]
/Romanos 6:15-7:6 [leer]