En el día que apreciamos por primera vez lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz comenzamos una práctica que hemos mantenido hasta hoy. Constantemente apreciamos lo que Cristo hizo por nosotros.

 

Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” Juan 4:34.  “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” Juan 19:30.

 

Hay hermanos en la fe que cuentan con más de noventa años de edad, y algunos llevan setenta y cinco años como creyentes en el Señor. Han comprobado la fidelidad de Dios en sus vidas y el día domingo se juntan con otros creyentes para hacer memoria del Señor Jesús en el partimiento del pan. En la noche cuando está oscuro, quizás prefieran quedarse en casa, pero en la mañana del día domingo tratan de estar presentes en la reunión de la Cena. Desean cumplir con el deseo del Señor para hacer memoria de Él como pidió cuando la instituyó.

 

Para ellos no es una reunión rutinaria. Los que hemos participado durante años en el cumplimiento del pedido de Señor hallamos que cada reunión es preciosa y diferente a cualquier otra. Ya que el enfoque es la cruz de Cristo, hallamos que es imposible agotar el tema. “Hacer memoria de Él” produce nuevos motivos para apreciar al Salvador. Hay una perfección en la obra que Cristo hizo que nos hace maravillar. Por más de dos mil años no ha perdido su eficacia.

 

Jesús indicó en el principio de su ministerio que su propósito fue que hiciera “la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” Juan 4:34. Terminó la obra en la cruz y al final dijo: “Consumado es” Juan 19:30. Cristo dejó la obra terminada, o acabada, y miles de creyentes podemos atestiguar de la gloriosa perfección de ella. En el misterio de la cruz, hay partes inescrutables que ninguno de los redimidos haya podido sondear. La resurrección de Cristo comprueba que todo lo que Cristo tenía que  hacer para salvarnos fue cumplido a cabalidad. La sentencia en contra del pecador fue contundente: “La paga del pecado es muerte” Romanos 6:23. Los múltiples cementerios en el mundo dan evidencia de la veracidad de este dicho. El problema es que el pecador no dispone de nada para anular este pago. Es por eso que Dios dispuso que Cristo muriera en la cruz y por medio de la resurrección hizo posible que el pecador no tuviera que morir separado de Dios. Como resultado, recibe “la dádiva de Dios (que) es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”  Romanos 6:23. Celebrar la Cena del Señor cada domingo permite que refresquemos la memoria sobre la grandeza de la obra completada por Cristo en la cruz. En verdad nos hace apreciar la obra de Él. –David A. Jones

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 24 [leer]
/Lamentaciones 4-5 [leer]
/2 Timoteo 1 [leer]