Jeremías era un profeta cuya historia en el Antiguo Testamento es digna de ser tomada en cuenta. Lea de un caso especial cuando él se hallaba preso por haber hablado la verdad.

“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”. Jeremías 32:17.

Usando un programa computacional, me informó que la designación TODOPODEROSO aparece cuarenta y ocho veces en el Antiguo Testamento para describir a Dios. La primera vez que aparece es cuando Jehová se reveló a Abram y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” Génesis 17:1. En el Nuevo Testamento aparece nueve veces más una vez cuando Dios es llamado OMNIPOTENTE. La palabra se halla en Génesis y en el Apocalipsis. Dios es el Todopoderoso en el principio y al final. ¿Por qué no confiar en él? Jeremías el profeta es uno que supo confiar en Dios.

Durante su labor como profeta, Jeremías se hallaba en la cárcel cuando “el rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén” Jeremías 32:2. Por haber profetizado que la ciudad de Jerusalén iba a caer en manos del rey de Babilonia, Sedequías el rey de Judá lo puso en la cárcel. En la misma profecía, Jeremías avisó al rey que iba a ser “entregado en mano del rey de Babilonia” v.4, y sería llevado cautivo por ese rey. Por esta profecía, Sedequías metió a Jeremías en la cárcel. Mientras Jeremías estaba allá, Jehová le indicó que un primo suyo vendría a ofrecerle una heredad que tenía que ser rescatada. A pesar de su condición de preso, y que la inminente invasión cuando muchos iban a ser llevados cautivos lejos de Jerusalén, Jeremías hizo la compra. El tenía derecho de hacerlo y más importante fue que Jehová le ordenó que lo comprara. La operación se hizo correctamente con cartas selladas y certificadas con testigos, los cuales “estaban en el patio de la cárcel” Jeremías 32:12. Jeremías ordenó a su ayudante Baruc a que pusiera las cartas “en una vasija de barro, para que se conserven muchos días” v.15. Fue un acto simbólico con que Jeremías demostraba su confianza en Dios y que después de los años de cautiverio, el pueblo volvería a su patria. La evidencia de la compra original daría derecho a los herederos de Jeremías a reclamar lo que les pertenecía. Fue un acto de fe como dijo Jeremías: “así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra” v.15.

El futuro se veía muy oscuro para los israelitas. El enemigo estaba fuera de los muros preparando el ataque y pronto, miles habían de ser llevados en una cautividad que duraría por lo menos setenta años. Pero el testimonio de Jeremías es como una luz en lugar oscuro. Jeremías confiaba en el poder de Dios. Después de dar la carta a Baruc, Jeremías dice: “oré a Jehová, diciendo: ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;… Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre” Jeremías 32:16-18. Durante centenares de años, ha habido creyentes con una fe indomable como la de Jeremías. Han dado muestras de gran confianza en el poder de Dios. Algunos han pagado con su vida cuando no querían renegar a su fe. Se mantuvieron fieles al Dios Todopoderoso. Servimos a un Dios poderosísimo y cuando demostramos nuestra fe en Dios, Él se agrada. Por cierto, “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay (o, existe), y que es galardonador de los que le buscan” Hebreos 11:6. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 6-7 [leer]
/ Isaías 48 [leer]
/ 2 Corintios 9 [leer]