Usando la figura de un redil en el mundo, Jesús se presentó como el Buen Pastor que llama a las ovejas para una nueva esfera de vida. Forman un rebaño que se reúnen alrededor del Pastor en el centro para luego ser utilizados en el servicio para Él. Pablo el apóstol fue uno que apreció este gran privilegio.

 

Pablo dijo: “Me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.” Efesios 3:8.

 

El creyente en Cristo debe estar consciente de las dos esferas en que desarrolla su vida delante de Dios. Entra en el cielo para adorar mientras sirve testificando de su Salvador en el mundo que le rodea. El mismo Señor Jesucristo dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” Juan 10:9. El Señor saca al pecador de la condenación para disfrutar la libertad de tener los pecados perdonados. En tal condición puede ahora entrar a adorar y también salir a alimentarse espiritualmente. Fortalecidos por el alimento de la Palabra estará en condiciones de servir.

 

La persona que se convierte en hijo o hija de Dios se deleita porque tiene el privilegio de entrar en la mismísima presencia del Padre para adorar y ofrecerle su sacrificio de alabanza. Tenemos esta libertad “por el camino nuevo y vivo que él (Señor Jesucristo) nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” Hebreos 10:20. Es a través de Jesús como la puerta que podemos entrar en la presencia de Dios. Al mismo tiempo, hay libertad de salir a fin de anunciar que es una gran bendición de ser un hijo de Dios e invitar a otros para que aprovechen la oferta de ser salvo por medio de Cristo. El Señor mismo es el que nos manda a salir: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” Juan 20:21. Jesús salió del cielo para anunciar las buenas nuevas y ahora encarga a los suyos a predicarlas por doquier.

 

Jesús nos llama a ser testigos al mundo que nos rodea. A sus primeros discípulos les llamó para convertirles en “pescadores de hombres.” Jesús mismo se desplazaba en el mar de la humanidad llamando a los pecadores al arrepentimiento a fin de obtener la vida eterna por medio de él. “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:28. “Sígueme,” dijo Jesús. “Venid en pos de mí”, también dijo, y “Arrepentíos y sed salvos”. Lo dijo con urgencia para que la gente se convirtiera. Los cristianos hoy debemos estar preocupados de los asuntos celestiales y al mismo tiempo testificar al mundo de los perdidos. Ahí está el valor del creyente en el mundo. Es un embajador, un enviado de parte de Jesús para declarar “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” Efesios 3:8. Jesús nos salva para poder entrar a adorar y salir a alimentarnos a fin de servir. –daj

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 21:19-22:20 [leer]
/Lamentaciones 2 [leer]
/1 Timoteo 5 [leer]