“Quédate con nosotros” Lucas 24:29

Hay un himno muy hermoso escrito por una creyente de quien sólo sabemos su nombre: Boethia Thompson. No sabemos mucho más de su vida, per sí podemos inferir bastante por los himnos que escribió, por ejemplo: “Jesús, Señor, sabemos que estás presente”, “Estoy esperando la mañana”, “Jesús, Señor, nunca me cansaré de contemplar tu cruz y vergüenza”. Precisamente éste último himno forma parte del himnario más utilizado en las asambleas de creyentes de habla inglesa. Contiene muchas verdades bíblicas y reflexiones espirituales. Aquí quisiera plantear una pregunta: ¿En qué le gusta dejar pasar el tiempo al lector? ¿Haciendo qué cosa le gusta quedarse y dejar que el tiempo transcurra sin prisa, sin apuro? Boethia Thompson escribió el siguiente himno, del cual traducimos las primeras dos estrofas (Jesus, Lord, I’m Never Weary):

 

Señor Jesús, nunca me cansaré,

De contemplar tu cruz y tu vergüenza;

Mirando allí me parece estar tan cerca de ti,

Precioso es para mí, cada latido de tu dolor.

Siempre cerca de ti, siempre cerca de ti,

Me gustaría permanecer, quedándome aquí.

 

Poco me importó la angustia,

De tu amargo, amargo llanto;

Dejado solo ahí, Señor, desfalleciente,

Nadie percibe el suspiro de tu partida.

¡Totalmente abandonado! ¡Totalmente abandonado!

Oh Señor, fuiste dejado solo para morir.

 

Cuántas veces nos quedamos pasando tiempo en lo que no aprovecha. En la Biblia hay ejemplos buenos y malos de esto. Lot se fue acostumbrando y quedándose en Sodoma hasta que fue uno más de ellos, y ángeles tuvieron que sacarle de allí. María se quedó llorando junto al sepulcro una vez que los discípulos de Jesús se habían ido (Marcos 16:11) y el Señor resucitado se le reveló personalmente. David anhelaba estar en la casa de Jehová y morar por largos días, eternamente (Salmo 23:6, Salmo 84:10). María la hermana de Lázaro quiso pasar tiempo con el Señor, quedándose a sus pies a expensas del trabajo doméstico. Notemos que Jesús mismo confirmó su buena elección al declarar que ella había escogido “la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:42).

Cuando un creyente pasa tiempo con el Señor, en quietud y contemplación, éste se revela, hay bendición, son preciosas experiencias personales para atesorar y todo lo demás se desvanece.  No se trata de ser irresponsable en el hogar, en el trabajo, con la familia. Se trata de poner en primer lugar al Señor y pasar tiempo con él. Como dice el hermoso himno de C. Austin Miles, que se refiere precisamente al relato de María cuando va de mañana al sepulcro y se encuentra con Jesús (In The Garden):

 

“A solas al huerto yo voy,

Cuando duerme aún la floresta,

Y en quietud y paz con Jesús estoy

Oyendo absorto allí su voz”

 

Coro:

“El conmigo está, puedo oír su voz,

Y que suyo, dice, seré,

Y el encanto que hallo con Él allí,

Con nadie tener podré”

 

“Tan dulce es la voz del Señor,

Que aun las aves guardan silencio,

Y tan sólo se oye su voz de amor,

Que inmensa paz al alma da”

 

“Con Él encantado yo estoy,

Aunque en torno lleguen las sombras,

Más me ordena ir, y a escuchar yo voy,

Su voz doquier la pena esté”

 

 

Que la presión del día a día, del trabajo y de tantas cosas, no nos priven de pasar tiempo con el Señor. Agradecemos a estos y a otros tantos poetas cristianos que pudieron expresar por escrito lo que es el deseo de todo creyente verdadero: pasar tiempo con el Salvador, contemplándole, contemplando la cruz. ¿Es este su deseo? –rc

 

Lectura Diaria:
Números 8:1-26 [leer]
/Proverbios 5:1-6:19 [leer]
/Marcos 15:24-47 [leer]