Cuando el Señor Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el río Jordán, el Espíritu Santo vino sobre Él. Fue una manifestación sobrenatural de su aprobación hacia el Hijo.

“Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” Marcos 1:11

Desde el cielo el Padre pronunció las palabras, “Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia”. Durante los treinta años desde su nacimiento, el Señor Jesús crecía en estatura y sabiduría como cualquier ser humano. Aprendió el oficio de la carpintería y vivió una vida tranquila en Nazaret. Hubo una característica personal suya, que seguramente llamaba la atención a los que le conocían — tuvo un desarrollo humano personal totalmente libre de cualquier debilidad de las que existen en todas las demás personas. Su santidad personal fue insólita, y seguramente entre los familiares había comentarios al respecto. Fue por eso que Juan el Bautista se negó a bautizar a Jesús cuando Éste se presentó un día en la orilla del río Jordán. Juan Bautista dijo que el acto debe ser todo lo contrario, es decir, que Jesús le bautizara a él. ¿Por qué Juan se mostró renuente a bautizar a Jesús? ¿Sería por que reconoció un nivel de santidad en Jesús superior a todo otro ser humano y un nivel de santidad superior al suyo propio? Si Juan Bautista bautizaba sin ningún problema a los pecadores que se acercaban a él de diferentes partes, ¿por qué se opone cuando Jesús se presenta? Hay una sola respuesta adecuada — Jesús no tuvo pecados de que arrepentirse.

El Señor Jesús insistió con Juan, pues quiso identificarse así con el pueblo de Israel. Pero hay más que eso. ¿Por qué quiso Jesucristo tomar un lugar que realmente no le correspondía? Es que tres años más tarde, en forma voluntaria, iba a ocupar el lugar del pecador y morir por él en la cruz. Murió no solamente por los pecadores en Israel, sino por los de todo el mundo. Jesús mismo iba a tomar su lugar y sufrir en la cruz para que el pecador fuera limpiado y puesto en condiciones de servir a Dios. Con este acto Jesús daba una señal de lo que Él haría más tarde en la cruz. Su insistencia en ser bautizado fue un símbolo de una obra que Él iba a cumplir. La Biblia explica el sacrificio de Jesús en estos términos: “Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21.

Cuando Jesús fue bautizado, vino el Espíritu Santo sobre Él. Llegó como paloma y posó sobre Jesús. Lucas 3:22. Fue una señal visible para Juan y los demás que el Espíritu había venido sobre Él, no para Jesús sino para que Juan tuviera la evidencia señalada con anterioridad que Éste en realidad era el Mesías prometido. Cuando el Padre habló, indicaba su total aprobación de la vida santa que su Hijo había tenido durante los treinta años anteriores. Dijo el Padre, “Tú eres mi Hijo Amado, en ti tengo complacencia”. Tal frase sirve para probar la santidad del Señor Jesús. Fue una frase escuchada por Juan y los demás que estuviesen ahí. Es una frase que los evangelistas Mateo, Marcos, y Lucas han dejado registrada en sus evangelios para que los creyentes de aquel entonces y nosotros hoy en día sepamos de la verdadera deidad del nuestro Señor Jesús. La vida perfecta del Señor fue precisamente la que hizo totalmente aceptable su sacrificio en la cruz para salvarnos. La respuesta divina de su muerte como nuestro sustituto tuvo su réplica cuando a los tres días resucitó. Romanos 1:4 dice: que “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.” Es una verdad fundamental para nuestra salvación. –daj

 

Lectura Diaria:
Números 12 y 13 [leer]
/Proverbios 10 [leer]
/1 Pedro 2:1-25 [leer]