El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2 Pedro 3:9.

 

La paciencia de Dios para con el pecador es grande y espera que ciertas situaciones en su vida le hagan reaccionar para reconocer su pecado y buscar el perdón que Dios quiere otorgar. José fue maltratado por sus hermanos cuando lo vendieron a los madianitas por veinte piezas de plata. Los madianitas eran mercaderes y le llevaron a Egipto para venderle como esclavo. Más de veinte años habían pasado desde su venta como esclavo hasta el momento que estamos comentando. José ya era el segundo hombre más poderoso de Egipto después del Faraón. Por lo menos fue el Ministro de Agricultura que vendía y distribuía el trigo. En el desarrollo de su trabajo, sus hermanos llegaron por primera vez en busca de trigo. Jacob y sus hijos sufrieron por causa de la escasez en la tierra de Canaán. José satisfizo sus necesidades y ordenó que Simeón se hermano se quedara preso mientras los otros nueve fueran a buscar a su hermano menor quien era hermano sanguíneo de José. Ellos no sabían con que trataban. Simeón fue retenido para asegurar que sus hermanos volvieran pues José quiso tratar un asunto importante con los once. Benjamín el hermano menor, el único inocente, iba a ser una pieza clave en lo que buscaba José.

 

En los sacos de cada uno, José devolvió su dinero como para indicar su deseo de bendecirles. Los hermanos eran honrados y mantuvieron intacta la cantidad recibida con el propósito de devolverla en el segundo viaje. Tuvieron que hacer el segundo viaje por tres razones.

1. Tuvieron que volver para recuperar a Simeón pues estaba preso en Egipto.

2. Debieron de llevar a su hermano Benjamín que no había ido la primera vez. La presencia de Benjamín en el regreso era parte del pacto con el “señor de la tierra”.

3. Tuvieron que probar que no habían robado el dinero, que inexplicablemente lo encontraron en sus sacos.

Todo esto formaba parte del plan de José para ser una bendición para con sus hermanos.

 

El pecado cometido no era perdonado por que Sí y nada más, sino que los hermanos tuvieron que confesarlo antes de ser perdonados y ser reconciliados. Todo esto nos hace comprender por qué el Espíritu Santo está en el mundo para convencer “al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Juan 16:8. Dios desea que los pecadores sean “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” Romanos 3:24-25. (Continuará) –daj

 

Lectura Diaria:
Éxodo 11:1-12:20 [leer]
/Sálmos 44:1-26 [leer]
/Hechos 5:12-42 [leer]