Conocer a Dios personalmente es la experiencia más álgida que pueda tener el ser humano. Aunque nacimos como apartados de él, a través del Señor Jesús, podremos tener el privilegio de conocer a Dios y llamarle Padre con toda propiedad.

“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3.

En su oración como sumo sacerdote antes de ir a la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos da la clave para poder contestar la pregunta ¿cuál es el propósito principal de leer la Biblia? Cuando una persona recibe la vida eterna por medio del Señor Jesús, hay un deseo en el corazón de conocer más acerca de Dios. Sin embargo, es más que un conocimiento de detalles acerca de Él, como por ejemplo, que Dios es un ser espiritual, sabe amar, y está lleno de misericordia. Es más que un ser omnisciente, es decir, Él sabe todo. Cualquier puede saber detalles de los políticos en un país, o de sus empresarios, o de los astros del deporte. Este conocimiento no tiene comparación con aquel conocimiento íntimo que Dios quiere darnos de sí mismo. Conocer a Dios personalmente comienza cuando respondemos al impulso que da el Espíritu Santo, puesto que “habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos 8:15.

Es una maravilla que Dios, el Creador del universo quiere que seamos reconciliados con Él. Luego nos permite llamarle Padre pues somos sus hijos e hijas. Hay muchos que estudian la Biblia y pueden disertar sobre su contenido pero ¿cuántos realmente conocen al Padre como dijo el Señor Jesús, “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”? Juan 17:3. Adquirir conocimiento por solamente saber puede causar el engreimiento. Pablo hizo mención de ello, “el conocimiento envanece, pero el amor edifica” 1 Corintios 8:1. Este tipo de conocimiento puede causar desavenencias. Conocer a Dios como Cristo le presenta tiene un efecto transformador. Pablo lo describe bien, “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección…” Filipenses 3:9-10. Es el poder de Cristo cual resucitado que nos transforma al conocer a Dios por medio de Él.

Relacionarnos con Dios requiere sinceridad y estar dispuesto a ser cambiado. Dios nos conoce desde nuestra concepción en el vientre de nuestra madre. Él sabía que su propósito al vernos convertidos sería hacernos “conformes a la imagen de su Hijo” Romanos 8:29. De eso se trata la lectura de la Biblia, conocer a Dios a través de Jesucristo para ser “transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” 2 Corintios 3:18. –daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 1 [leer]
/Miqueas 3:1-4:8 [leer]
/Romanos 9:30-10:21 [leer]