A veces ocurren tropiezos en la vida del cristiano y se ve “pillado” en alguna falta. ¿Cuál debe ser la actitud de otros hermanos que lo sepan? Gálatas capítulo 6 pone en claro que los espirituales deben actuar.

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Gálatas 6:1.

El Espíritu Santo está activo en la vida del cristiano desde que se convierte a Dios por medio del Señor Jesucristo. Jesús anunció antes de ir a la cruz que otro Consolador vendría. Se refería al Espíritu Santo, Juan 14:16. Cuando un individuo cree el mensaje de la salvación, recibe vida divina y “el Espíritu es el que da vida” Juan 6:63. De ahí el Espíritu se encarga de guiar al seguidor de Cristo a toda la verdad, Juan 16:13. En consecuencia a ello, Pablo exhortó a los gálatas, “si (o, ya que) vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” Gálatas 5:25. Dios espera que sus hijos dependan del Espíritu Santo para actuar según los principios divinos. Para ilustrar el tema, presentó el caso de un hermano que “fuere sorprendido en alguna falta” Gálatas 6:1. Los hermanos espirituales, es decir, los que en realidad viven en comunión con el Espíritu deben restaurar al afectado con ternura, pensando en sí mismos. Habían de pensar en cómo querrían ser tratados si estuvieran ellos en la misma situación.

El que necesita ser restaurado está debilitado y los espirituales deben ayudarles a sobrellevar la carga de la vergüenza porque su capacidad de sostenerse está disminuida. Debe cumplir “así la ley de Cristo” Gálatas 6:2. “Toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Gálatas 5:14. La ley de Cristo no es una lista de instrucciones, sino el encargo de amar. Cuando uno responde a esta necesidad, no debe creerse “algo, no siendo nada” v.3, pues el engreimiento o la presunción son estorbos para soportar o simpatizar con otros. Los tales se engañan pues adoptan la actitud de pensar que tienen alguna distinción espiritual.

Si hemos de sobrellevar las cargas de los necesitados, la responsabilidad de la falta cometida queda con el infractor, “porque cada uno llevará su propia carga” v.5. El ejercicio espiritual de restaurar al hermano es como una sesión de ser “enseñado en la palabra” v.6. El afectado debe responder con gratitud al que restaura, haciendo “partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” v.6. Debe mostrar respeto, aprecio, y quizás alguna cosa práctica por la ayuda dispensada. Es posible que uno piense que Dios no lo considera importante pero valga la advertencia, “no os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” v.7. Los espirituales tienen un deber para con sus hermanos que pecan y en vez de buscar bronca que sería carnal, deben buscar la guía del Espíritu. Equivale a sembrar bondad. “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” v.8. El método carnal, arraigado en el egoísmo, no dará la cosecha deseada. El método espiritual, controlado por el Espíritu es más solidario y lleva al hermano a pensar en los demás. ¿Se acuerda del comentario de Pablo referente a Timoteo? “A ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros” Filipenses 2:20. Jesús mismo dejó establecido el ejemplo por excelencia. Los últimos dos versículos de la sección dejan la valla bien alta, “no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” vv.9-10. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 17:32-18:5 [leer]
Isaías 58 [leer]
Romanos 4:1-22 [leer]