Algunos la llaman la conversión de Isaías. En realdad, fue un día decisivo en la vida del profeta. Isaías captó la grandeza de Dios y su propia bajeza. Su respuesta deja una buena lección para nosotros.

 

En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” Isaías 6:1.

 

Isaías el profeta tuvo una experiencia singular que cambió su vida totalmente. El encuentro con el Señor sobrepasó toda otra experiencia que hubiera tenido antes. Fijó la fecha como “en el año que murió el rey Uzías”. Vio al Señor en toda su grandeza, lo cual le dejó marcado por el resto de su vida en su servicio como profeta. Ocurrió durante un tiempo de crisis política pues con la muerte de Uzías terminó 52 años de su reinado. Uzías había logrado algunas reformas durante su reinado, mejoras que el pueblo sabía apreciar. Fue un buen rey, un hábil gobernante, pero después de él, subió otro rey, un rey malvado y egoísta e Isaías veía declinar la calidad de vida que la nación adquirió durante el reinado de Uzías.

 

Comenzó la experiencia de Isaías cuando entró en el templo lleno de angustia y con un sentido de pérdida. Se sentía confundido y desesperado, pero el Señor tuvo una grata sorpresa para su profeta. Cuando vio al Señor, se impresionó porque su grandeza llenó el templo. La visión le daba seguridad de que había Alguien capaz de ocupar todos los vacíos de la vida con la presencia de su persona. Isaías había venido a adorar, pues lamentaba la muerte de un buen rey. Pero Isaías ha de entender que Dios es más grande que todo ser humano. Dios está sentado en su trono alto y sublime y sus vestimentas de gala sobrepasan todo otro despliegue de esplendor. El Rey del Cielo es más grande de todo ser humano.

 

Frente a la escena de grandeza Isaías prorrumpe diciendo: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” Isaías 6:5. Es siempre saludable reconocer la santidad de Dios frente a la condición pecaminosa nuestra. En la presencia de Dios, nos damos cuenta que nacimos en pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. No hay nadie más grande que Dios y él está dispuesto a limpiarnos para que le sirvamos. Con un carbón encendido tomado del altar, Isaías escucha, “he aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” v.7. El recuerdo del sacrificio ofrecido, (el carbón encendido) sirve para poner a Isaías en condiciones para servir. Luego escucha “la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Es muy aleccionador la respuesta de Isaías: “Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” v.8. De inmediato, Isaías recibió sus órdenes de llevar un mensaje al pueblo de Israel. (Isaías 6:9). Por cierto hubo enseñanza para Israel en lo que Isaías iba a entregar. Hay una lección práctica para nosotros también; cuando nos vemos como pecadores contaminados por el pecado ante la presencia de Dios, debemos aprender que la provisión para limpiarnos de toda maldad es por medio del sacrificio de Jesucristo. Ahí comienza toco acto de servicio – Reconocimiento del pecado, Ser limpiado, Dispuesto a servir. ¿Está Ud. en condiciones de servir a Dios? –daj

 

Lectura Diaria:
2 Cronicas 33 [leer]
/Daniel 1 [leer]
/1 Juan 3 [leer]