Antaño en nuestra labor evangelística, hallamos que la cordialidad y las buenas costumbres prevalecían, aún cuando las personas no tenían interés en recibir un tratado. Se excusaron de no recibir lo ofrecido con amabilidad. Desafortunadamente la sociedad ha perdido mucha urbanidad y gentileza. Debe saber que…

 

Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” Salmo 11:4

 

Son varios los métodos que se emplean para hacer llegar el mensaje del evangelio al corazón del ser humano. Por ejemplo, por medio de la predicación en locales evangélicos, en la calle, por medio de la radio, la televisión y por los tratados impresos, los cristianos han querido compartir las buenas nuevas con sus semejantes. A veces cuando repartimos tratados, nos encontramos con jóvenes que andan con sus oídos tapados con un audífono. Cuando se les ofrece un tratado, tratan al creyente en Cristo como un intruso en su mundo. No tienen tiempo de considerar lo que se le ofrece. Se ve muy poco interés en las cosas de Dios.

 

Alguien ha dicho que la gente de hoy quiere escoger su religión como quien busca un barquillo con helados y ejerce su derecho de pedir el sabor que más le gusta. Y es como que alguien dijera, “no me gusta el tipo de evangelio que ustedes ofrecen.” La sociedad está acostumbrada a dejar a Dios fuera de sus consideraciones. La reverencia, el amor a Dios, y la convicción de que Cristo Jesús es el Salvador están desaparecidos. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” Romanos 1:21.

 

Hay otro problema que tenemos que enfrentar también, ¿cómo presentar la verdad del evangelio cuando las líneas definidas entre la verdad y la ficción casi ya no existen? Miles siguen las comedias televisadas y lo que es pura ficción es tratada como una historia de verdad. Es nuestro deseo presentar el bálsamo de las palabras de Jesucristo a un mundo enfermo, lleno de sufrimiento y de angustia. Desafortunadamente muchos no quieren saber del remedio divino. Tratamos de hilvanar bajo la guía del Espíritu Santo las palabras del evangelio para que los pecadores pongan su fe en Cristo, pero las personas no toman tiempo para escuchar y continúan en su incredulidad. El texto de cabecera nos anima, “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” Salmo 11:4. Muy bien, decimos, continuaremos invitando, entregando folletos y predicando el evangelio. –daj

 

Lectura Diaria:
Éxodo 12:21-51 [leer]
/Sálmos 45:1-46:11 [leer]
/Hechos 6:1-15 [leer]