María de Betania ha sido admirada por su dedicación al Señor Jesús. Leemos de ella en tres oportunidades a los pies de Jesús y lo que recibió.

“Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.” Juan12:3.

Entre las mujeres mencionadas en la Biblia, María de Betania ocupa un lugar especial. Cada vez que la encontramos, está a los pies de Jesús. La primera vez es cuando Jesús iba de camino y entró en una aldea que resultó ser Betania, a pocos kilómetros de Jerusalén. Una mujer llamada Martarecibió a Jesús en su casa. Mientras Marta se preocupaba de preparar la comida, su hermana se sentó “a los pies de Jesús, (y) oía su palabra” Lucas 10:39. Marta se quejó de lo que parecía un descuido de María dejándole trabajar sola sin ayudar. Seguramente la respuesta de Jesús fue muy diferente a la esperada pues Jesús le dijo: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” vv.41-42. Lo que aprendió le serviría más tarde como veremos en el tercer caso de María a los pies de Jesús.

La segunda vez que hallamos a María a los pies de Jesús es cuando Jesús llega a Betania después de la muerte de Lázaro, el hermano de Marta y María. Jesús había demorado su llegada a Betania pues supo antes de la enfermedad de su amado amigo, pero esperó unos cuatro días. En este lapso de tiempo, Lázaro murió. Las dos hermanas no tienen idea de lo que el Salvador tiene en mente. Marta conversó con Jesús primero y luego llamó a su hermana. “Cuando llegó (María) a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” Juan 11:32. La perfecta humanidad de Jesús se reveló pues “al verla llorando,y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió” v.33. Preguntó donde había puesto el cuerpo y mientras van a la tumba, “Jesús lloró” v.35.

La tercera vez en que encontramos a María a los pies de Jesús es durante la semana inmediatamente antes de ir a la cruz.  De nuevo Jesús está en Betania “donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos” Juan 12:1. Mientras los comensales disfrutan de una cena “María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume” v.3. Algo aprendido a los pies de Jesús le lleva a dar una atención especial al Maestro que ama. Un costoso perfume es vertido sobre los pies de Jesús. Para algunos de los comensales, fue un despilfarro innecesario. Judas Iscariote preguntó “¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?” v.5. Pero su comentario fue hipócrita pues quiso enriquecerse con eso. Es Jesús que pone las cosas en su lugar: “Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto” v.7. Dentro de poco el Salvador iba a morir en la cruz y ninguna mujer tendría la oportunidad de hacerle el servicio de ungir su cuerpo; ¡Excepto María! Lo hizo anticipadamente. ¿Fue eso lo que aprendió cuando escogió “la buena parte”? En la primera oportunidad, María recibió instrucción. En la segunda oportunidad, María recibió consolación. Ahora en la tercera oportunidad, recibió aprobación.