Juan sigue con su tema de indicar que es lo que se puede esperar de los hijos de Dios y también habla de lo que hacen los hijos del diablo. Se los puede distinguir. Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” 1 Juan 3:10.

El verso 9 dejó en claro que “todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado”. El verso 10 resume lo dicho diciendo que “en esto se manifiestan los hijos de Dios”. Los hijos de Dios tratan de no pecar “porque la simiente de Dios permanece en él; y… porque es nacido de Dios” 1 Juan 3:9. Los que no han nacido de Dios son “hijos del diablo”. Son hijos en el sentido de manifestar las mismas características que posee su “padre”. El diablo “no hace justicia”, pues miente. El diablo provoca la violencia como en el caso de Caín para con su hermano Abel. El hijo del diablo “no ama a su hermano” y por lo tanto no es de Dios. El comportamiento de cualquier individuo es una manifestación en lo externo de su condición interna. No hacer justicia significa no vivir la vida como corresponde a la santidad de Dios. Los hijos de Dios dan evidencia que la vida divina está activa en ellos y otros lo reconocen cuando éstos practican la honradez, demuestran bondad y preocupación por su prójimo.

No hay una tercera clase de persona. No hay término medio. O es hijo de Dios o es hijo del diablo. Jesús mismo enseñó esta gran verdad cuando habló de los dos caminos y los dos destinos. En las relaciones humanas, especialmente en la fuerza laboral, los signos de vida espiritual en el hijo de Dios se evidencian por cuidar su lenguaje y por su diligencia en cumplir las órdenes del empleador. En el hogar, el hijo o la hija de Dios demuestra su amor y respeto para con los demás miembros de la familia. Los hijos de Dios renuncian el pecado y demuestran su unión espiritual con su Padre. Los hijos del diablo cometen pecado sin sentir vergüenza. Pablo describió a los hijos del diablo como los que “se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” Efesios 4:19. Acerca de los hijos de Dios, Pablo indicó todo lo contrario. “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo” v.20. Juan y Pablo están de acuerdo; cuando se es hijo de Dios, hay signos de la vida divina.

Mientras venía en el vehículo por el camino tortuoso que pasa por Almendral Alto en el valle del Aconcagua, Chile, me sorprendí al ver tendido en el suelo el cuerpo de un hombre. Estaba estirado en el camino precisamente en una curva. En la oscuridad no percibí ningún movimiento en él. Temiendo que un vehículo podría venir de la dirección opuesta, puse el mío como para protegerlo con los focos iluminándole. No podíamos hacer menos sino detenernos  para sacarle del peligro. Bajado del coche, iba con el temor de encontrar a un muerto, quizás atropellado. Me sentí aliviado cuando vi movimiento en el pecho que indicaba que estaba respirando. Desafortunadamente la caída fue por el efecto nocivo del alcohol. Le ayudamos a pararse y sentarse en un lugar seguro. Tenía signos inconfundibles de vida porque la señal que buscaba estaba presente. En cuanto a los hijos de Dios, también habrá evidencia de vida divina por su modo de actuar. Las epístolas en el Nuevo Testamento tienen varias referencias a las virtudes que deben verse desplegadas en la vida de los hijos de Dios. ¿Las hay en la vida suya? –daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 12 [leer]
/Habacuc 3 [leer]
/Romanos 16 [leer]