¿Cuál es el pensamiento que más nos motiva a conducir nuestras vidas como Dios quiere? El texto de la meditación hoy explica que es lo que lleva al hijo de Dios a purificarse. 

“Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:3. 

Juan pidió que cada hijo de Dios mirara la clase de amor con que el Padre celestial nos ha amado. Este amor hizo posible que fuéramos hechos hijos de Él. ¿Puede Ud. pensar en un privilegio más alto que éste? No es presunción de parte del hijo de Dios dirigirse a Él como Padre pues “por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” Gálatas 4:6. Muchos hijos de Dios hallan incomprensión en el mundo cuando tratan de vivir reflejando las características del Padre. Los que no conocen a Dios no entienden porque un individuo no quiera disfrutar de los placeres que el mundo ofrece. El hijo de Dios se mantiene separado de la corrupción pecaminosa del mundo y “por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” 1 Juan 3:1. El texto de cabecera indica la razón porque los hijos de Dios tratan de vivir santamente. La esperanza de ver al Señor en el futuro ejerce su efecto en cada uno pues “cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” 1 Juan 3:2.

Ya que AHORA mismo somos hijos de Dios, nuestro Padre espera que nuestra vida refleje su carácter. La esperanza relativa al futuro influencia la conducta en el presente. ¿Cómo se purifica a sí mismo? Pablo dio indicaciones a Timoteo; “desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad” 1 Timoteo 4:7. Requiere un doble esfuerzo; desechar lo que es dañino y practicar la santidad. “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” 1 Timoteo 6:6. La palabra “piedad” significa tener celo vivo de vivir la clase de vida que agrada a Dios, una vida apartada del pecado. Por ejemplo, Dios ama al pecador y sus hijos aman a los prójimos. Dios busca el bien de los suyos y sus hijos suyos le imitan. “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” Efesios 5:1 Mantenerse puro requiere ser fortalecido en el hombre interior a fin de no ser “vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” Romanos 12:21. Los cristianos en Éfeso sabían que Pablo oraba por ellos para que Dios les diera “conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” Efesios 3:16-17.

La esperanza de estar en la santa presencia de Dios ejerce su influencia sobre sus hijos ahora. Como dice el texto de cabecera, la esperanza de ver y ser semejante al Señor motiva al hijo de Dios a evitar el pecado para no tener vergüenza cuando venga. Además de eso, cada uno ha de comparecer ante el Tribunal de Cristo. Esto influye en el creyente y por eso “se purifica a sí mismo, así como él es puro” v.3. Aunque el cristiano no peca a propósito, reconoce su debilidad pues a veces cae. Juan ya ha instruido sobre la necesidad de confesar el pecado para ser perdonado. Pablo habla de su propio caso cuando dijo: “no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. … olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:12-14. Así nos hace ver que es un esfuerzo diario ser puro. Viene a la mente el himno que a veces cantamos, “Firmes y Adelante”. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 8-9:14 [leer]
/Isaías 49 [leer]
/2 Corintios 10 [leer]