Cuán grande es el corazón de Dios que anhela buscar y salvar al que esté perdido. Dios también desea recuperar a los hijos suyos que después de servirle, se apartan por razones diversas. Aquí se traza el camino de vuelta.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9.

 

Cuando Bartimeo llegó ante Jesús, la pregunta hecha por el Señor fue “¿Qué quieres que te haga?” No era que el Señor desconociera su necesidad, pero quería escuchar su confesión. Bartimeo quería recobrar su vista, pues la necesitaba para vivir mejor, viendo de nuevo. Al abrir sus ojos, lo primero que vio Bartimeo fue a Jesús cara a cara.

 

Dios quiere escuchar la voz de los que se han apartado de él. Las palabras del hijo pródigo sirven de modelo de una verdadera confesión: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (Lucas 15:21). Dios quiere escuchar una confesión sincera y Él se encargará de la restauración. El efecto en Bartimeo fue de inmediato. Nada de esperar tres días o una semana para comenzar a adorar y servir al Señor. Dice la Biblia “Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios”.

 

Destacamos tres cambios en Bartimeo al recibir su vista. Primeramente, VIO, y luego SEGUIA a Cristo. En tercer lugar, GLORIFICABA A DIOS. Glorificar a Dios no es gritar y actuar en forma desenfrenada, más bien, con su vista recobrada, podía ver a Jesús, viendo sus acciones, y aprendiendo de sus palabras. Como resultado, conversaba con otros explicando qué clase de milagro se había hecho en su vida. Bartimeo seguía a Jesús, dispuesto a obedecerle. Al mantenerse cerca de Jesús, comenzaría a imitarle en sus palabras y sus hechos.

Hay personas que han sido maestros en la Escuela Dominical, y otros que han ganado a almas para Cristo. Han estado activos en ayudar a otros en el nombre de Jesús, pero por estar enfriados y lejos de Él, ya no sirven como antes. Necesitan animarse para que se reconcilien con Dios, confesando su pecado. Cristo invita: “venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Una conciencia atribulada es una pesada carga. Al que viene a Cristo, confesando su pecado y alejamiento recibe perdón y descanso en su espíritu. La promesa es segura: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestro pecados, y limpiarnos de toda maldad” –DAJ

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 18 [leer]
/Jeremías 30 [leer]
/Hebreos 1 [leer]