¿Cómo sería la condición del mundo hoy si los habitantes supieran perdonar? Por algo Jesús enseñó “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” ¿Esto lo hacemos nosotros?

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia,… perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:12-13.

Una de las virtudes más difíciles de ejercer es la de otorgar perdón a otro que le haya ofendido. Pedro el apóstol tuvo la idea de un límite de siete perdones y llegando a esta cifra, ya no tenía que sentirse obligado a continuar. Pedro preguntó al Señor Jesús, “¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?” Mateo 18:21. Pedro no esperó la respuesta de Jesús sino agregó: “¿Hasta siete?” Pedro seguramente se sorprendió al saber que quedó extremadamente corto con lo que él pensaba suficiente. “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” v.22. Cualquier puede hacer el cálculo, 70×7=490 veces. Por usar la base 7, Jesús indica una cifra perfecta, o sea, de nunca acabar. Luego, contó una parábola.

Un rey quiso hacer cuentas con sus siervos quienes se habían endeudado con él. El primer mencionado le debía diez mil talentos. Un talento era una moneda de plata o de oro. El peso de la moneda determinaba su valor según el cálculo del mercado en los días de Jesús. No se puede sacar una cifra exacta según las monedas de hoy, pero obviamente diez mil talentos era una deuda grande. Producto de la entrevista que el rey tuvo con el endeudado reveló que el siervo “no pudo pagar” v.25. La única forma para que el rey recuperara el dinero fue ordenar la venta del siervo, junto a su mujer e hijos con todo lo que tenía, “para que se le pagase la deuda” v.25. “Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo” v.26. La reacción del rey fue sorprendente pues, “movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda” v.27. El rey asumió la pérdida, dándose cuenta de la extrema situación del siervo. Jamás él estaría en condiciones de pagar. Fue un verdadero acto de misericordia.

La reacción del favorecido no tiene nombre pues saliendo, “halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes” v.28. Cien denarios fue un porcentaje muy pequeño en comparación con los diez mil talentos que él debía. El favorecido con el perdón de parte del rey desoyó la petición del consiervo de tener paciencia y le mandó a la cárcel. Con razón el rey se disgustó cuando supo y tomó medidas para castigar al malagradecido. Pablo advirtió: “no paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres” Romanos 12:17. Pero tratar mal a otro en vista del bien recibido es peor. Hoy es incomprensible que un cristiano pudiera actuar así. Sin embargo hay casos tristes en que hermanos en Cristo no se perdonan. Guardan rencor y no hacen caso de las múltiples exhortaciones a perdonar halladas en la Biblia. “Cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” Marcos 11:25. La gracia de Dios para con nosotros ha sido grande y hemos sido perdonados. Con su sacrificio en la cruz, Cristo pagó la deuda nuestra para que fuéramos perdonados. En su oración modelo, Jesús enseñó “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” Mateo 6:12. ¿Esto lo hacemos en realidad? –daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 13 [leer]
/Sofonías 1 [leer]
/Gálatas 1 [leer]