Agradece Ud. por favores recibidos? Hay muchos que no lo hacen. Lea la triste historia de una mujer bienhechora y como el niño favorecido ni su familia no expresó su gratitud a ella.
“Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.” Salmo 103:1

La Biblia advierte “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos” etc. 1 Timoteo 3:1-2. En la lista está la palabra “ingratos”. Parece necesario recordarnos que por favores recibidos debemos expresar gratitud. La falta de gratitud se nota en tantas diferentes formas que uno se pregunta, ¿por qué tanta insensibilidad? Por ejemplo, ¿ha recibido una atención sin reconocer la bondad de su benefactor? ¿Ha recibido un regalo que alguien dejara para Ud. y después de abrirlo en la privacidad de su hogar, se olvidó de contactarse con el dador para decir gracias?

En la época de Semana Santa 2004, un niño recibió quemaduras hasta en 45% de su cuerpo cuando jugaba con bencina blanca. Vivía en Viña del Mar, Chile. Un año después, hubo un reportaje especial sobre el caso. Contaron que mientras el niño se debatía entre la vida y la muerte, una mujer en Santiago escuchó la noticia y supo que si alguien donara piel, sería una extraordinaria ayuda para el chico. Aunque la mujer no le conociera, pidió permiso a su marido para donar piel de su pierna a fin de que el niño sobreviviera. Los doctores le aseguraron que era solamente la capa exterior de la piel y el “trasplante” se llevó a cabo. El niño se recuperó y si bien es cierto que hay unas marcas en su cuerpo, ahora puede correr y vivir una vida normal. La mujer no tuvo mayores problemas y siguió con su vida familiar, contenta por haber mostrado amor al prójimo. Fue un lindísimo gesto de amor al prójimo. Pero del niño y de su familia, no hubo ningún gesto de gratitud. Después de terminado el reportaje el mismo periodista hizo una llamada al niño. Le urgió a buscar “unas monedas por ahí” para hacer una llamada telefónica a la señora, quizás para preguntar cómo estaba y especialmente para agradecerle lo que ella había hecho por él. Por la salud precaria del niño, la mujer no le pudo ver cuando donó su piel. Sin embargo, ni los padres ni el niño tuvieron la gentileza de hacer una llamada para decir, “Muchas gracias”. Parece que la palabra “ingratitud” es muy suave para describir la falta de reconocer la bondad hecha.

Un autor antiguo definió a la persona ingrata como un “alma descuidada”. Así es la persona que no da gracias por el bien que le llega. Parece que adopta una actitud como si dijera ‘¿A quién voy a agradecer?’¿Así somos? El Salmo 103 nos aconseja a bendecir a Jehová, y luego “no olvides ninguno de sus beneficios”. Somos expertos en olvidarnos, ¿no es cierto? Pasar por alto todo el bien con que Dios nos bendice es egoísmo. Nos engañamos si pensamos que somos nosotros los artífices de las cosas buenas que nos acontecen. Expresar gratitud es reconocer que hay alguien que se preocupó de mí. En la vida, hay padres que deben recibir gratitud de parte de los hijos. Hay esposas que deben recibir gratitud por la buena comida que preparan para la familia. Hay amigos que dedican tiempo para extender una mano de ayuda y se conforman con una sencilla “gracias”. En la vida, Dios también está activo, pues cada día hay múltiples motivos para darle gracias. “Bendice alma mía, a Jehová” dice el Salmista. –DAJ

Lectura Diaria:
Levitico 22:1-33 [leer]
/Salmos 128:1-131:3 [leer]
/Marcos 8:11-26 [leer]