Es una gran verdad que sólo Cristo satisface. ¿Lo ha experimentado usted?

“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35

 

Hay muchos que se hallan con sus corazones insatisfechos, atribulados o llenos de desaliento. Hay personas cuyas almas anhelan la felicidad, la salvación eterna, y desean disfrutar de la vida en abundancia. A todos decimos que ¡Sólo Cristo Satisface! ¿En qué manera lo hace? Se destacan cuatro esferas en que Cristo satisface en medio de las pruebas de esta vida, como también en la hora de la muerte.

 

1.- SÓLO CRISTO SATISFACE las ansias de placer. El ser humano fue creado por Dios para vivir gozoso y lleno de alegría. A causa de su pecado se alejó de Dios y ha llegado a ser un desdichado. El hombre ha pretendido restaurar aquel placer perdido inventando diferentes cosas para disfrutar de la vida y se ha entregado al vicio, a la voluptuosidad y al desenfreno sensual. Pero, a pesar de todo esto sólo encuentra que esa clase de vida es falsa, contraproducente y vana. Esta clase de vida termina en desencanto, en ruina, y en frustración. Cuando la vida eterna en Cristo es recibida por la fe, se experimenta aquel placer de vivir en comunión con Dios. El corazón queda lleno de su gozo, de su paz, y de una felicidad permanente. Sólo Cristo satisface las ansias del placer.

2.- SÓLO CRISTO SATISFACE al corazón compungido. Todos somos pecadores. La paga del pecado es muerte, y si el ser humano NO ACEPTA la oferta del perdón que Dios hace a través del Señor Jesús, sufrirá una separación eterna de Él. El lago de fuego es un lugar de angustia y tormento. Merecemos ser castigados por haber desobedecido al santo Dios. Por esta razón nuestra conciencia nos acusa a diario en lo recóndito de nuestro corazón. El hombre pretende hacer acallar la voz de su conciencia con evasiones o racionalizaciones. No quiere tomar a Dios en cuenta. Sin embargo, se acerca el día del juicio cuando no se podrá excusar. Los que pasan de este mundo sin ser salvos se hallarán ante el Juez justo con todo el peso de sus pecados sin poder evadir el castigo de ser echados al lago de fuego. Cuando Cristo salva nuestra alma, nuestros pecados quedan perdonados, borrados, eliminados total y permanentemente. Nuestra culpa es quitada cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Entonces somos hechos aceptos por el Padre ofendido, mediante su Hijo Jesucristo que ha pagado con su muerte expiatoria nuestra terrible culpa, habiendo tomado en la cruz nuestro lugar. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. El corazón ya está satisfecho porque hemos sido redimidos por su gracia. De esta manera sólo Cristo satisface a nuestra conciencia culpable y pecaminosa. Sólo Cristo satisface el corazón compungido. (Continuará)

 

–daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 13 [leer]
/Sofonías 1 [leer]
/Gálatas 1 [leer]