En el mundo agitado que nos rodea con sus múltiples demandas sobre nuestra atención, es difícil tomar tiempo de estar a solas con nuestros pensamientos y en comunión con Dios. Requiere un acto de la voluntad para enfocar nuestra mente especialmente en las cosas que Dios ha hecho a nuestro favor.

 

“…aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” Tito 2:13-14.

 

El día domingo en la mañana cuando celebramos la Cena del Señor, tenemos una oportunidad de enfocar nuestra atención sobre al Salvador y la obra que realizó en la cruz. Aunque he venido haciendo esto desde el año 1947, la práctica no ha perdido su encanto para mí. Enfocar nuestra atención sobre los acontecimientos que rodeaban la crucifixión del Señor produce profunda gratitud por lo que hizo a nuestro favor. Es fácil apreciar el amor demostrado por Jesús para con nosotros. De hecho, será nuestro tema durante toda la eternidad; alabar al Cordero por haberse sacrificado por nosotros.

 

Jesús oraba a solas en el huerto de Getsemaní sabiendo que la muerte se acercaba. Al otro lado del arroyo de Cedrón está la ciudad de Jerusalén y de ella Jesús dijo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!”  Lucas 13:34. Los líderes habían urdido la trama y tejido la madeja de dolor a la que fue sometido el Señor. Pero en el huerto, Jesús se sometió a la voluntad del Padre.

 

Pronto Jesús será llevado fuera de la ciudad donde levantarán el madero oprobioso para crucificar al Justo. Su suave virilidad y su valerosa mansedumbre resaltan la inhumana crueldad con que le trataron. Y al pensar en cuánto soportó por nosotros, cada uno debe pensar, “¿y todo lo hizo por mí?”. Han pasado siglos desde que Cristo murió en la cruz pero el recuerdo de lo que hizo despierta sentimientos de aprecio y amor para con su persona. ¿Cuándo fue la última vez que Ud. expresó su amor para con el Salvador? El salmista nos exhorta, “díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo” Salmo 107:2. No solamente debemos decirlo en adoración sino también decirlo a nuestros prójimos al presentarles el glorioso evangelio. El recuerdo de la pasión del Señor Jesús nos llena de gratitud. Tomemos tiempo para reflexionar sobre la obra que hizo Jesús y luego expresarle nuestra gratitud. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 1 [leer]
/Ezequiel 2-3:15 [leer]
/2 Timoteo 3 [leer]