La grata esperanza de ser manifestado con Cristo está en el corazón de cada hijo de Dios.

“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” Colosenses 3:4

 

Estar con Cristo, verle tal como Él es y ser identificado con él en gloria es sencillamente el anhelo máximo de la fe cristiana. Hay tres referencias en Hebreos 9:24-28 que tienen que ver con la manifestación de Cristo. “No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse (aparecer) ahora por nosotros ante Dios; (24) … pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.(26) …y aparecerá por segunda vez (a los seres humanos), sin relación con el pecado, para salvar (o, librar) a los que le esperan.” (28).

 

Apareció cuando vino a Belén para ser el sacrificio por nuestro pecado. Luego de resucitar se fue al cielo y está en el cielo representando a nosotros. Su tercera aparición será cuando venga a buscarnos y llevarnos al cielo. Se usan tres palabras diferentes en el griego para presentar a Jesucristo quien ha aparecido en forma visible en el mundo, en el cielo, y luego le veremos cuando venga a buscarnos. Jesús se presentó la primera vez “por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” v.26. Presentarse significa hacer visible lo que antes estaba oculto. Y esto ocurrió cuando Jesús tomó forma humana. Cuando había salido en su ministerio público, los discípulos pudieron hablar de haber visto su gloria. Después de resucitar, Jesús no entró “en el santuario hecho de mano, (en el templo) figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” Hebreos 9:24. Allí está el Señor en este momento presente donde intercede por nosotros.

 

La palabra “presentarse” aquí significa hacerse visible, declarar, exhibirse, o demostrarse como nuestro abogado o intercesor. (Vea 1 Juan 2:1; Romanos 8:34). Anticipamos el grato día cuando aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” v.28. La palabra en este verso significa que maravillados le veremos para concentrar nuestra vista en la belleza de nuestro Gran Salvador. Por su obra en la cruz nos ha librado de la pena del pecado. Mientras le esperamos, nos libra del poder del pecado, pero cuando Jesús se manifieste, experimentaremos lo que promete el texto de cabecera. Nos da ganas de decir, “Amén; sí, ven, Señor Jesús” Apocalipsis 22:20. –daj