Uzías fue un rey extremadamente rico y  mientras obedecía a Dios era prosperado. Desafortunadamente desoyó los buenos consejos y murió “abandonado” en una casa aparte sin disfrutar de la bendición que podría haber sido suya.

 

“Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” Lucas 18:14

El rey Uzías tuvo de todo. Comenzó como joven a los dieciséis años a reinar sobre un pueblo y alcanzó cincuenta y dos años en el trono. Era inteligente, innovador, y supo conseguir la lealtad de compañeros y amigos para conseguir destacados logros en beneficio del pueblo que gobernaba. Poseía muchas riquezas que le permitió promover la construcción, la agricultura, y tener un ejército bien provisto de pertrechos. A pesar de todas las ventajas y privilegios que tenía, no supo llevar su vida a un feliz término. “Más cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso” 2 Crónicas 26:16.

El pecado de Uzías fue más grave porque no hizo caso de las objeciones de personas que conocían cuál era la voluntad de Dios en cuanto al ofrecer sacrificios, y su obstinación le llevó al desastre. Pasó los últimos años de su vida viviendo sólo en una casa aparte sin disfrutar de los palacios que había construido. Tuvo que nombrar a su hijo para gobernar en su lugar, pues como leproso no le era permitido estar en contacto con otros. Fue una dura condenación por desoír la Palabra de Dios. Uzías comenzó bien, pero terminó mal. Todo creyente debe aspirar a comenzar bien, y terminar bien. Pablo es un excelente ejemplo de esto, Dijo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” 2 Timoteo 4:7.

Con piedad Uzías comenzó a reinar después de la muerte de su padre Amazías. Fue prosperado y esto continuó durante la vida de Zacarías el profeta. (2 Crónicas 26:1-5). Tuvo éxito contra los filisteos, desmantelando algunas de la ciudades importantes, v.6. Triunfó sobre los árabes y los moabitas, v.7, y ellos tenían que pagarle impuestos, v.8 Fortificó la ciudad de Jerusalén, edificando torres y en su campaña de construir torres, las puso en el desierto, además de abrir varios pozos. Necesitaba el agua porque tuvo muchos ganados. Puso torres también en el sector de las planicies, y no se olvidó de las vegas, la parte cultivada para las cosechas, pues la misma Biblia dice: “era amigo de la agricultura” 2 Crónicas 26:10. Su fama se extendió hasta la frontera de Egipto como un rey hecho altamente poderoso. Pero Uzías tuvo que dejar todo, incluyendo su palacio opulento, rodeado de todo lo que había adquirido. Fue excluido de participación en todo, y en especial de ir a la casa de Jehová. ¿La razón? Quiso acercarse a Jehová por sus propios medios y no los establecidos por Dios mismo. ¿Cuántos hoy día buscan su propio camino para buscar a Dios en vez de acercarse por medio del Mediador que Él ha provisto en Cristo Jesús? Uzías enseña que hay un alto costo que pagar por quienes hacen caso omiso de la Palabra de Dios. “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte” Proverbios 14:12; 16:25. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” 1 Timoteo 2:5. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 8:1-9:14 [leer]
/Isaías 49:1-26 [leer]
/2 Corintios 10:1-18 [leer]