Simón el fariseo invitó a Jesús a su casa para comer, pero no sabía la lección que iba a recibir de una mujer arrepentida y del mismo Jesús.

“Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos” Lucas 7.44

 

Simón el fariseo invitó a Jesús a su casa para comer. La noticia llegó de a los oídos de una mujer de la ciudad cuya fama hasta aquel momento estaba encerrada en la descripción, “era pecadora” v.37. Entre sus pertenencias tenía un frasco hecho de alabastro lleno de perfume de exquisito aroma. Vino a la casa de Simón y se paró llorando a los pies de Jesús. Con los cabellos enjugaba los pies de Él y los besaba a la vez que ungía sus pies con el perfume del frasco. El orgulloso Simón pensaba dentro de sí que si Jesús fuera profeta, sabría la calidad de mujer que dejaba que le tocara. Conociendo sus pensamientos, Jesús indicó a Simón, “una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.” Jesús contó la parábola de un creedor que tenía dos deudores. Uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Al acreedor perdonó la deuda de ambos. Jesús preguntó a Simón, “Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” Es fácil reconocer quien tendría la mayor gratitud—el más endeudado.

 

“Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿VES ESTA MUJER?” Lucas 7:44. Todo lo que faltó que Simón no hiciera con Jesús, la mujer lo hizo en abundancia. Agua, besos, y perfume, la mujer había expresado con sus acciones su extrema gratitud para con el Señor Jesús. El Salvador le declaró perdonada de sus pecados, lo cual causó que los comensales dijeran “¿Quién es éste, que también perdona pecados?” v.49

 

La mujer vio en Cristo lo que los otros no contemplaron. Y Cristo vio en ella lo que los otros no sabían, excepto que era una mujer con una pésima reputación. ¿VES ESTE MUJER? Con su frasco abierto la mujer vertió sobre Jesús la fragancia de su amor y aprecio reconociendo que Él era más que un convidado a comer. Era el Cristo que perdonaba pecados. Antes de alejarse del lugar, su corazón se llenó de gozo al escuchar al Salvador decir, “Tu fe te ha salvado, ve en paz.” Lucas 7.50. ¿Cuánto aprecio tienes tú de Jesús? ¿Te ha perdonado tus pecados?

–daj

Lectura Diaria:
Rut 1 [leer]
/Isaías 41 [leer]
/2 Corintios 1 [leer]